Por César Palma Galindo
Vivencias.. Y lo digo con conocimiento de causa. Qué importante es la calidad de tiempo que le brindamos a las personas que queremos. No importa si son cinco, diez, veinte minutos o más, lo importante es que quede grabado como un tatuaje permanente en la piel.
Mi padre es lo que llamaban en aquellos años un agente viajero, conocía costa, sierra y selva de nuestro país. En casa estaba diez o quince días al mes, muchas veces Navidad, Año Nuevo o día del padre y de la madre estaba de viaje, y los aniversarios o fiestas del colegio era difícil compartir juntos.
Su ausencia se sentía, pero dentro de todo, muchas veces en casa intentaba dejar algo de su presencia aparte de su perfume. Siempre fue muy ordenado, sus cajones impecables con la ropa bien doblada al igual que sus artículos personales.
Una persona correcta dentro y fuera de casa, para las personas que lo conocen dirán que siempre fue empático y correcto.
No era de buscar millones, su trabajo era importante, no gustaba de la ropa de marca ni de vestir ostentosamente. Pero se le extrañaba siempre. Fue con el que aprendí lo importante que es la calidad de tiempo, guardo pocos recuerdos felices con él, como los viajes a su natal Huacho.
De niños visitábamos la casa de su tía en vacaciones. De mañana desayunábamos pescado fresco recién salidito del mar, ahí fue la primera vez que probé tallarines rojos con pichón de paloma, una delicia, luego a la playa todo el día e íbamos a pie porque quedaba cerca. Eran esos días que disfrutabas con gusto junto a tus padres ganándole sonrisas al día.
Nos gustaba ver el box, los domingos dormía tarde esperando esas veladas hasta el último round, digamos que llegar a altas horas de la noche era un lujo, todo ello durante la niñez, en la adolescencia pasa lo de siempre, quizás tenerlo siempre fuera me alejó más de él, nunca fue mi confidente, todo lo que aprendí lo hice solo, pero nunca dejo los buenos recuerdos juntos.

Vivencias: ‘La ultima vez que pasamos un buen rato juntos’
Mi padre no tomaba, y si lo hacia que fue una o tres veces de mis 50 años, era todo un espectáculo, era como si el niño de su interior despertara. La ultima vez que pasamos un buen rato juntos fue de adulto.
Fue la primera que lo hice mi confidente, con un vino en la mesa por fin le dije todo aquello que guardaba, hicimos las pases, reímos y contamos algunas pequeñas anécdotas como cuando con el iba a la fabrica a contar pernos o tuercas y con mi cuerpo delgado casi enclenque cargaba cajas pesadas que se despachaban a provincias.
Toda una vida y pocos recuerdos, pocas anécdotas juntos, no se que hubiera cambiado, pero esos pequeños cortometrajes me dicen que a pesar de las distancias no importa el tiempo que pasen contigo, sino como compartiste esos cinco minutos que pueden ser los que lleves en tu recuerdo toda una vida.
El tiempo de calidad significa como en pocos segundos puedas dejar una huella imborrable en su vida y eso amigos no saben que importante es. Toma de las personas lo mejor de su vida. Quizás muchos hoy estemos en falta, toma el tiempo que te queda y regálales a los tuyos lo mejor de ti.