Por: César Palma Galindo
Vivencias.. simplemente ellos.. Cuando pequeños son traviesos, curiosos y frágiles. Necesitan de nuestros cuidados y vivimos orgullosos de ver sus primeros pasos, sus primeras palabras o como se abren al mundo poco a poco. Son ellos.
Primero pañales y biberones, se enferman de la pancita y sus primeros resfriados, con ellos las primeras trasnochadas por sus llantos que expresan su dolor a falta de palabras. Ojitos llorosos y mirada tierna, antes del año se quiebran al dar sus primeros pasos.
Que lindo es verlos crecer escuchar su primera palabra, esperas que diga papá o mamá y termina diciendo pelota. Ellos nos dan motivos para buscar ser felices, son motivo de unión y trabajo en equipo.
Su primera lonchera, su primera mochila y sus primeros útiles, llegas a la puerta del colegio con dudas, no sabes si ellos quieren ingresar o tu no los quieres dejar, si ingresan te vas con la nostalgia de cómo será su primer día, si se adaptará o si lo atenderán como en casa, o te vas dejando en llanto al niño, haciendo de tripas corazón, y con las mismas dudas de como se sentirá sin ti.
Luego la primaria, socializan más, vienen los deportes o lo hobbies, su tiempo lo ocupa entre el colegio, sus otras actividades y los amigos, pero aun hay tiempo para ti. Puedes cruzarlo de la mano, darle un gran beso o abrazo delante de todos y sin que se avergüencen. Piensas que buena etapa estas viviendo.
Mochila al hombro, camina firme al colegio. Ya no es el niño que llevas de la mano, quiere su propio espacio, ya no le gusta que lo acompañes, reclaman su libertad e independencia, comienza la rebeldía, sus primeras opiniones en mesa de adultos, van solos al cine, estadio o conciertos y tu comienzas a sentirte sola.

Ellos .. crecen
Extrañas gritar en el estadio, plancharle su ropita, escoger su mochila o lonchera, caminar de la mano conversando cualquier tontería, empujarlo a jugar con sus amigos.
Sientes que se aleja de ti, hasta que te cuenta sus confidencias y regresa ese cosquilleo de enamorado que dura minutos porque tiene que regresar a su rutina. Entonces sabes que ellos pronto se irán.
Con el tiempo un sillón y un televisor se convierten en tus compañeros, esperas que en el transcurso del tiempo lleguen con un abrazo, un beso y un te quiero.
Esperas una pequeña invitación a compartir con ellos. Tonta, ya crecieron y tu vives en sus cinco años, ahora son independientes, pero te extrañan y extrañan también esos momentos juntos. Los hijos siempre serán hijos y nunca dejarán de amar a sus padres tanto como ellos los aman.