Por: César Palma Galindo
VIVENCIAS… No es broma cuando digo que pensé en ser sacerdote. Era muy niño y recuerdo que uno de mis sueños era ser santo. Trataba de ayudar al prójimo y no me permitía proceder mal. Era mi propio juez y fiscal.
Pasaba la noche despierto y llorando si algún acto sancionable merecía, Ahora mayor, pienso que hubiese sido de mi en la orden Sacerdotal, posiblemente sería Monseñor Palmita.
Mi primaria la inicié en la IEP Nuestra Señora de la Merced, que fue mixto hasta el año 82 donde quedaron solas las niñas. Luego continué en la ,IE 40029 Santa María que en esa época quedaba en la parte de atrás del Seminario San Jerónimo. En esa época es que nace mi gusto por la religión .
Era tiempo de prepararse para la primera comunión y comenzó mi contacto con le orden franciscana pues la preparación la hicimos con los Capuchinos. Los domingos para nosotros era sagrado ir a misa de nueve para unirnos al coro de niños y cantarle con alegría al señor.
Eran tiempos donde el terrorismo ganaba terreno en el país y las noticias eran aterradoras, miles de muertos nos ofrecía la televisión y mis oraciones estaban en que ese problema interno del país se solucione y que sus soluciones familias encuentren la paz ante la pérdida de un ser querido.
Dos personajes de esta orden eran de ni admiración en aquella época el Cardenal Landázuri Rickets y el padre Julio un sacerdote de la orden que es considerado santo. Cuentan muchos que se le ha visto levitar e incluso aparecer en otro lugar.
Mi lectura favorita era la revistas Aguiluchos. En sus paginas contaba la historia de los Santos y tambien historias de un personaje llamado Humo.Negro. Aqui entendí la vida de los misioneros sobretodo su misión de ayudar a los demás.
Entre los santos que admiro desde niño siempre serán San Martin de Porres y San Francisco de Asís. Que bonita historia de ambos.
Pasaron los años y poco a poco me di cuenta que si bien me gustaba la idea de ser cura, sabia que no podía cumplir con uno de sus requisitos que era la castidad. Pero en mi conciencia quedaba la de ser misionero, hecho que con el tiempo fui perdiendo poco a poco.
Otro personaje que influyó en mi gusto por la religión fue el santo padre Juan Pablo II, que energía la que transmitía y solo lo vi pasar una vez en su llegada a Arequipa. Me quedo con ese bonito recuerdo.

Del niño santo ya no quedó nada.. VIVENCIAS
Han pasado los años y aquel niño creció en tamaño, edad y pecado. Ya no existe esa inocencia, más bien la malicia se apoderó de él. Por ello cada día pido perdón por cada error cometido y siempre trato de ser severo en castigar.
Del niño santo ya no queda nada, pero mi admiración por mis santos aún queda. El padre Julio aún vive y me queda pendiente ir a verlo pues solo su presencia alimenta de paz al cuerpo y tranquilidad al alma.
Me queda mucho que aprender y aún más que brindar a los demás. Desde aquí gracias por su cariño y perdón por cada pecado cometido. Hasta la próxima semana Amén.