Por Cesar Palma Galindo
Vivencias…Fueron en gran parte mi figura paterna, siempre que necesitaba un consejo o hablar de algo mis tíos Pepe, Jorge, o mi tío chato siempre estaban presentes. Pero había alguien que sobresalía por los mencionados, pues vivía con el y lo llamaré mi tío Horacio a quien le decía papá.
Papá Horacio era un hombre de campo, grande, mejor diría gigante, recuerdo como en una mano podía caber mi hermana cuando la cargaba, disfrutaba ver con él Gigante Deportivo y luego enganchar con Trampolín a la Fama y los sábados también Sábado Gigante y Risas y Salsa.
Los domingos mientras mis madres cocinaban (sí cocinaban) el desayuno el se dirigía a la huerta a sacar los rocotos frescos para luego picarlos para la sarza del almuerzo. Nuestro desayuno dominical se basaba en un buen churrasco acompañado de encebollado y su huevo, una delicia.
Al culminar, la compañía de Horacio era una tabla de picar, cebolla, tomate y queso. Pero su estrella era el rocoto.
Era interesante verlo picar este fruto picante y ¡hay quien tuviera la osadía de caer en su trampa!. Finamente picado luego de sacarle las semillas, lo ponía en una fuente donde descansaba la sarza de tomate con cebolla y queso bien picados sazonados con vinagre aceite y sal.
En una cuchara estaba la trampa, pues servida estaba en ella la sarza con el corazón del rocoto escondido. Era tan tentadora esta preparación que siempre caía un incauto que llegaba a la casa y se empujaba la cuchara. ¡Dios como pica esto! Decían mientras saltaban hasta el cielo como para quitarse el picante.
Me gustaba los fines de semana pues de lunes a viernes entre el colegio, el trabajo y los que haceres diarios no podíamos vernos juntos. El fin de semana siempre era La Capitana, Sol de Mayo o La Palomino sino almorzábamos en casa o finalmente sacábamos las ollas a la chacra.
Pero los niños crecen, nos hacemos adolescentes y jóvenes y nos distanciamos de quienes mas queremos, prestamos más atención a los amigos y las fiestas y ya dejamos de disfrutar los fines de semana en familia. Pero siempre extrañaba a Horacio en la cabeza de la mesa picando su rocoto.
Los fines de semana se convirtieron para mí y papá Horacio en idas al estadio a ver jugar a Universitario de deportes porque a mi me gustaba ir a ver jugar a la crema, él ya con su diabetes se escondía conmigo para comer lo prohibido. Me decía que si moría que lo haría degustando lo que le gusta y eso lo hacía muy feliz.
En que momento se fue, no lo recuerdo porque tiempo no tenía ya para ir con el al estadio. Solo puedo decir que hasta hoy lo quiero y lo extraño mucho. Tengo su foto donde lo veo sonriendo con su mondadientes entre los dientes.
Vivencias…A mis tíos tengo mucho que agradecerles
A mis tíos tengo mucho que agradecerles de los nombrados dos ya están en el cielo con papá Horacio seguro jugando golpe (juego de cartas).
Mi tío chato fue mi cómplice cuando me recogió luego de caerme y romperme el hocico y la nariz luego de tomarme hasta el alcohol que no había. De mi tío Pepe y Jorge nuestras fiestas navideñas y de año nuevo, nos tomábamos hasta el vino que servía para la repostería de mi mamá.
Y si tuviera que decir algo más de mi tío Jorge es que es mi mayor consejero y amigo. Se que soy muy ingrato, pero como decía mi madre yo sé que siempre están ahí y se que saben que siempre estoy para ustedes. Los quiero y siempre estarán en mi corazón.
Los hijos debemos aprender a tener un tiempo para los nuestros, que siempre se sientan nuestra compañía, aun estando distanciados, que las personas que realmente queremos sepan que pueden contar con nosotros no importa la tempestad que nos separe no olvidemos porque somos familia. Hasta la próxima.