El Arzobispo de Arequipa, Mons. Javier Del Río Alba, presidió las celebraciones por la VIII Jornada Mundial de los Pobres el domingo 17 de noviembre. La jornada, instituida por el Papa Francisco en 2017, buscaba concienciar sobre la situación de pobreza mundial y fomentar la acción cristiana para ayudar a los necesitados.
En Arequipa, la celebración principal tuvo lugar en la Catedral, donde se llevó a cabo una Misa a las 11 a.m. con la participación de más de 200 adultos mayores y personas con habilidades especiales que reciben alimentación diaria en el comedor «Santa Teresa de Calcuta y Beata Sor Ana de los Ángeles«, administrado por el Arzobispado.
Después de la celebración, se ofreció un almuerzo especial en el atrio de la Catedral a los invitados, mientras que los seminaristas de la Arquidiócesis distribuyeron almuerzos a personas necesitadas en las calles del centro histórico de la ciudad.
El Papa Francisco había enviado un mensaje para la jornada, recordando que los pobres tienen un lugar especial en el corazón de Dios y que llevan el rostro de Jesús, por lo que merecen nuestra solidaridad y caridad cristiana.
Jornada de los pobres: «la oración del pobre sube hasta Dios»
El Papa Francisco ha elegido para la VIII Jornada Mundial de los Pobres un lema particularmente significativo para este año dedicado a la oración, en proximidad del comienzo del Jubileo Ordinario de 2025: «La oración del pobre sube hasta Dios» (cf. Si 21,5). Esta expresión del antiguo autor sagrado Ben Sirá resulta inmediata y fácilmente comprensible.
El Papa reitera que los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios, que está atento y cercano a cada uno de ellos. Dios escucha la oración de los pobres y, ante su sufrimiento, está “impaciente” hasta no haberles hecho justicia.
En efecto, es de nuevo el libro del Sirácida que lo atestigua: «la sentencia divina no se hace esperar en favor del pobre» (cf. Si 21,5).
La Jornada Mundial de los Pobres se celebró y la presidió el Santo Padre con la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, a la cual siguió el tradicional almuerzo con algunos pobres en el Aula Pablo VI, organizado, como el año pasado, por el Dicasterio para el Servicio de la Caridad, mientras que el Dicasterio para la Evangelización