Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… De vez en cuando, salgo de la casa sin rumbo fijo. El solo deleite de caminar sin norte, solo por el placer de llegar a ninguna parte. No hay llegada, solo inicio. Me hace bien. En esos momentos, me percato de algo muy usual, la gente camina presurosa rumbo a donde sabe quien, pero casi nadie sonríe. Rostros circunspectos que no dicen nada.
En buen romance, cuando perdimos la capacidad de reír por reír?. Nada más. La verdad, no me explico, porque es que dejamos de ser felices por el simple hecho de dejarnos arrastrar, por los vaivenes de la vida.
Me topo con una entrevista al escritor Richard Ford, a propósito de su notable personaje Frank Bascombe, dice que sobre todo después de la muerte de su hijo Paul, está mayor y se queda bastante solo. Por eso creo que, a pesar de todo, la clave es tratar de encontrar la manera de ser feliz.
CREO QUE… ¿Cree que a veces perdemos de vista esa búsqueda de la felicidad?
Eso no te exime de tu responsabilidad, si es que decides asumirla, de ser feliz en este mundo. Pero, decidimos por la infelicidad, a raíz de los problemas que nos acompañan. No importa que o quién, la clave es atrapar los momentos felices.
Se supone que debíamos vivir en libertad la búsqueda de la felicidad, pero si miras a tu alrededor en estos días, en este país no ves tanta libertad ni tanta felicidad. Entonces, lo que de debemos entender es que no tenemos otra opción mejor, para que la felicidad sea algo real que uno pueda alcanzar por uno mismo.
En lugar de andar siempre con una especie de angustia existencial sobre la vida –que es una actitud que uno siempre tiene al alcance de la mano y que es muy fácil de adoptar– quizá lo que deberíamos hacer es intentar ser felices.
No digo que sea fácil. En realidad, es complicado, pero que sería la vida sin problemas? Uno puede haber perdido a su pareja, a un hijo, a un ser querido. Uno puede sufrir un engaño de su pareja, o que la distancia a veces insalvable, nos aleja de quienes más queremos- Es decir. Cada quien carga su cruz, pero tenemos la obligación de ser felices.
«La felicidad es el camino, no el destino»– No pretendo un discurso de automotivación o algo por el estilo. La verdad, he pasado de todo, desde perder seres queridos, perder amores, más de una vez no tener un puto cobre. O muchos detalles que bien podrían hacerme infeliz.
Volteo, y tengo amigos de verdad. Unos hijos que llenan mis días todos. Y, sobre todo un día más de vida. Como le dio a una querida amiga, tiempo al tiempo y que todo fluya. Una día más de vida. Muchas veces, olvidan que muchos se acuestan y nunca despiertan.
En el ahora hay mucha felicidad y alegría. Acaso es mucho pedir. Una sonrisa, solo una sonrisa. No más de una, con una sobra y basta. Hasta la próxima.