Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… Una tarde lluviosa, para más señas, me topo de casualidad con un antiguo alumno. Los saludos de rigor. Soy un frecuente observador. ¿Mi amigo, algo te pasa?. Nada profe, nada sin importancia, Insisto y solo atina a responder: Tarde me di cuenta que Periodismo no me gusta…. ¿ Tu viejo que dice?. “Que soy un fracasado”.
La mirada paternal, es inevitable, y solo le digo : “ ¿Y tú que dices…?. La aparición del pasado una vez más?»!.
En honor a la verdad, he visto estos casos. Demasiado cerca, y la conversación discurre un buen rato. Recordamos sus años universitarios, las coincidencias y discrepancias y reímos a mandíbula batiente.
Por mis defectos profesorales: “Ud es muy jodido. No tiene idea cuanto lo odiamos”, se disculpa por la franqueza. Sonrío y nítidamente percibo que el pasado no se va. No se va para ninguna parte. Sino que se queda y nos acompaña. Fracasado es una palabra muy severa. Demasiado diría.
Dicho de una persona: «Desacreditada a causa de los fracasos padecidos en sus intentos o aspiraciones”, según la RAE. El adjetivo es contundente, creo que nunca lo he utilizado. Me lo han endilgado más de una vez, todavía recuerdo un profesor de mi época colegial.
Recuerdo una entrevista con el notable escritor, Julio Ramón Ribeyro, y dijo literalmente “he fracasado en la vida, ni siquiera soy un escritor conocido”.
La magia opera así mientras tanto: el estudiante limeño de veintiún años que en la primera entrada dice tener «unas ganas enormes de abandonarlo todo, de perderlo todo», termina siendo al final un parisino adoptivo. (Tentación del fracaso).
Todos hemos fracasado en algo, menos en vivir. No voy a soltar un discurso populachero, pero la vida es un eterno carrusel, entre subidas bajadas. Largas y estrepitosas caídas y escasas trepadas. Recuerdo, claramente, que cuando comenzaba a hilar frases como periodista, un jefe me dijo : “no sabes escribir, dedícate a otra cosa”. Terco como una mula, sigo aprendiendo a escribir todos los días.
A mis hijos, siempre les he inculcado que busquen algo que los haga felices. Menos mal que bien, el camino aunque empedrado va pero va, a diferencia de mi “fracasado” alumno, quien atina a confesar que “quiero ser músico”.
Sobran ejemplos, sobre los fracasos del pasado. Nos han hecho creer, que el pasado nunca cambia y en honor a la verdad, el pasado cambia, conforme nos vamos haciendo adultos.
CREO QUE… Somos una suma de fracasos
Nos despedimos. “Si te hace feliz ser músico, pues adelante”. Una sonrisa juvenil, replica, gracias Profe. Lo veo un poquito feliz, sabe que el camino será extremadamente duro, pero también le he dicho que no importan todos los fracasos, lo verdadero son los intentos.
Solo fracasa en la vida, quien no lo intenta, pese a la adversidad. En los amores, en el día a día, somos una pequeña suma de fracasos.
JRR a despecho de su constante depresión, acabó por ser el mejor cuentista peruano. Lo único que puedo añadir, cuando no sepas que estudiar o hacer, solo busca, algo que te haga feliz.
El resto es historia, porque cuando uno hace lo que le gusta, todo acaba por convertirse en hobby. Hace años vengo escribiendo y contando historias en las aulas, es decir soy un “fracasado” vago ilustrado. Soy feliz, pese a todo.
El escritor Paul Auster, en sus inicios como escritor, dijo que el fracaso inicial, me ayudó para entenderme. Pues sigamos “fracasando”, porque estoy seguro, que acabaremos entendiéndonos a nosotros mismos. Es lo mejor, nunca lo peor. Al final el pasado nunca cambia es lo mismo pero distinto al mismo tiempo. Hasta la próxima.