Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE…. En materia de amores y desamores, me considero afortunado, pese a todo. De los primeros, los necesarios para sobrellevar los desencantos de mi azarosa vida. De los segundos, no quisiera ventilar mi vida privada, pero fueron necesarios, como todo, para sobrevivir en la jungla de las alegrías y tristezas.
Corría el tiempo veloz y feroz, y mis austeros años universitarios, no me permitían adquirir tantos libros como quisiera. De centavo en centavo iba lento pero seguro. Cada día que podía, visitaba una antigua librería de plazoleta del mercado San Camilo.
¿Cuánto cuesta, Conversación en la Catedral ? Señalando, un ejemplar forrado con una bolsa de plástico. Media vuelta, no alcanzaba. Nuevamente derrotado.
Fue una auténtica odisea. Cuando lo pude adquirir, lo leí casi en un santiamén. En honor a la verdad, no recuerdo como ni cuando comenzó mi fidelidad literaria por Mario Vargas Llosa. Me acuerdo de una edición antiquísima de La Casa Verde, que pese a las cuestiones técnicas, me sedujo. La he buscado entre mis libros, y no la encontré. Lástima.
Desde aquellos años mozos, han ido desfilando Los Cachorros, Pantaleón y las Visitadoras, la monumental Guerra del fin del mundo, El paraíso en la otra esquina; en fin la mayoría de sus obras, así como una diversidad de sus ensayos.
Mención aparte me merece “García Márquez: Historia de un deicidio”. “El retrato indirecto de un escritor brillante que tuvo la generosidad de leer a su contemporáneo como si fuera un clásico. Una rareza”, dice J. Rodríguez Marcos.
Casi todo se ha escrito de MVLl. Mención aparte, una calurosa mañana del 7 de Octubre del 2010, trabajaba en diario Correo. Al promediar las 11 am, me llama el director y me dice “MVLl ha ganado el premio Nobel de Literatura. Debes preparar un suplemento especial. Nunca más tendremos otro Nobel“. Palabras proféticas.
Eran años felices, recuerdo una frase suya, “la gran aventura de la literatura es convertir en posible lo imposible”. Los años me enseñaron, que a través de la literatura esos imposibles, acababan por ser posibles, y aunque no acabé convertido en escritor, me dediqué al periodismo, para contar, historias de otros.
“Después de la literatura, no hay actividad o profesión más apasionante que el periodismo. Ninguna que haga vivir tanto la vida como una permanente aventura, que exponga a quien lo practica a tantas experiencias sobre la condición humana” (2008, 4 de mayo)”.
No puedo negar, que gracias al periodismo, mi vida ha sido una permanente aventura, entre vivir en Arequipa, trabajar en Piura, Tumbes; con un calor infernal; o Chiclayo, la “Capital de la Amistad”, para no mencionar la bella Cajamarca, o el ahora violento Trujillo. Aquellos tiempos y aventuras, les contaré a los míos, cuando llegue el inevitable invierno…
Gracias a MVLl, descubrí a Gustave Flaubert, William Faulkner, Alejandro Dumas, Jhosep Conrad, y tantos otros, que me permitió, vivir otras vidas, otros ámbitos, muchos amores. En buen romance, me hizo feliz, como hasta ahora, el simple hecho de escribir y leer, dos de los mejores placeres que sigo disfrutando, cuando descubrí el vicio de escribir y leer.

CREO QUE… Aprender a leer es lo más importante…
“Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”. Siempre he creído, que la lectura nos hace mejores personas, más tolerantes. En fin, lástima que muchos de mis alumnos, lo entiendan luego de mucho tiempo. Jejeje.
Un último recuerdo, vivía en Piura, y una noche de farra, optamos por visitar el mítico bar La Casa Verde. Me desilusioné, con una vieja y triste pared de adobe , que era apenas un mero recuerdo de aquello que fue y nunca más será.
Entonces comprendí que nunca hay que volver sobre el, pasado. Recordar un buen momento es sentirse feliz de nuevo.
Mis padres, me inculcaron ser siempre agradecido. Gracias MVLl, por todo lo que fui aprendiendo en tus libros, sin querer queriendo, me guiaste por el camino del periodismo y la docencia, muy joven comprendí que esa tarea, me iba a hacer feliz.
No recordamos días, recordamos momentos. Y en esos días felices, voy caminando, voy recordando, voy tratando de vivir leyendo y soñando, como los amores imposibles hasta convertirlos en posibles. Hasta la próxima.