Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… Descubrí a Mario en mi época universitaria. Dado mi vicio por la lectura, con frecuencia recorría las librerías “bazar suelo” de Ejercicios, Quinta Tristán y Deán Valdivia. Buscaba ejemplares de segunda mano, antes que llegue la “piratería”. A precio de remate, se podía conseguir un buen libro original usado. Eran tiempos románticos, y escasos de dinero. Era feliz y lo sabía.
Uno de esos días de cacería libresca, adquirí un viejo ejemplar de “La casa verde”. Lo leí con desgano, poco a poco, me fui involucrando en la historia que transcurre en dos lugares muy alejados entre sí: Piura, en el desierto del litoral peruano, y Santa María de Nieva, una factoría y misión religiosa perdida en el corazón de la Amazonia.
Símbolo de la historia es la mítica casa de placer que don Anselmo, el forastero, erige en las afueras de Piura.
Solo recuerdo, luego de tantos años, como era posible que un joven de apenas 24 años, haya escrito una obra maestra, con tan excepcional calidad técnica y literaria. En especial por esos espacios planos temporales, entrelazando dos historias, como si fuera lo más natural del mundo.
Mucha agua ha corrido bajo el puente, hoy el Nobel de Literatura 2010 ha muerto y lo mejor se fue sin temor a la parca. “La muerte a mí no me angustia. Hombre, la vida tiene eso de maravilloso: si viviéramos para siempre sería enormemente aburrida, mecánica. Si fuéramos eternos sería algo espantoso. Creo que la vida es tan maravillosa precisamente porque tiene un fin”.
Se ha escrito tanto sobre MVLL en estos días que pareciera que sobra cuando falta señalar, que es poco probable que aparezca otro escritor peruano de su excepcional calidad. Destaco su disciplina, para ser lo que fue como escritor. No voy a inmiscuirme en su vida privada, porque no me interesan sus líos de alcoba. Mejor releo “La tía Julia y el Escribidor”.
En esos recorridos por “bazar suelo”, compré “La orgía perpetua”, en un puesto del antiguo cine Azul, en Dean Valdivia, tarde me percaté que este había sido robado de la Biblioteca Pública Municipal. Si mal no recuerdo, de primera instancia, dí algunos pasos rumbo a la biblioteca.
Nunca llegué, ese usado ejemplar, sigue siendo mudo testigo del amor de MVLL por Gustave Flaubert. Lo sigo leyendo cada tarde de estío. Los recuerdos van y vienen, se mezclan y…

CREO QUE… «dejemos que MVLL siga su propio camino»
Otro dato. Vivía en Piura. Una noche de bohemia, se inmiscuyó en la conversación, el famoso burdel, “La casa verde”, En medio de la pítima, casi a rastras, llegamos al mítico lugar literario, en el barrio de Castilla (Piura). Me encontré, con una vieja y triste pared de adobe.
Entonces descubrí que la busca nostálgica de una ciudad perdida. Ese pedazo de memoria en blanco que uno mira sin ver es quizás “La casa verde”, como la letra y la música de una vieja canción que siempre queremos recordar porque pertenece al olvido.
Deja que el pasado esté contento consigo mismo, ya que el hombre necesita del olvido y de la memoria. Muy tarde lo aprendí, sin embargo dejemos que MVLL siga su propio camino.
Justo conversaba con una persona muy especial, y escribió que “todos tenemos un final”. Aunque este a veces sea solo apenas el comienzo. Hasta siempre Mario, gracias por tanto. Hasta la próxima