Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… Era de noche recuerdo, frisaba los 13 años creo. Miraba atentamente el televisor a tubos, en blanco y negro, para más señas, el partido por la final de la Copa América entre las selecciones peruana y colombiana.
En el campo, jugaba entre otros el «Cholo» Sotil, un petiso jugador con una endiablada cintura, que dejaba sentados a cuanto jugador lo iba a marcar. Recuerdo nítidamente qué el único gol fue marcado por Sotil. Una alegría que al final determinó el título. Era el año 1975.
Hace algunos días, el héroe de esa jornada futbolística, murió sin pena ni gloria. En silencio, como siempre fue su vida. Lo curioso es que ha recibido más homenajes y recuerdos en España en el Barcelona, donde jugó, con tal brillo y calidad que hoy forma parte de su historia.
En este contexto, he leído más de una historia sobre los vaivenes o no de la vida particular de Hugo. La verdad no interesan, para quien solo quiso ser un jugador de fútbol y nada más.
Es decir, mientras en España recibe homenajes, aquí buscamos escarbar en su privacidad. Cómo si fuera lo más importante y cae como anillo al dedo, aquello de que el peor enemigo de un peruano es otro peruano. Totalmente cierto.
Releo con el fervor de siempre a Ernest Hemingway y me topo con esta frase: «la vida de cada hombre termina de la misma manera. Solo los detalles de cómo vivió y cómo murió distinguen a un hombre de otro».
En buen romance, porque es que exigimos a los conocidos, amigos, amantes o hasta enemigos, que sean como nos gustaría en nuestra psiquis.
Lo esencial, es aceptar a una persona, como es, no como nos gustaría que sea. Ese es el problema de fondo. Acaso interesa la vida privada de Sotil. Esa fue su decisión. Nada que objetar.
Cuando uno conoce a una persona, así nos gusta o nos enamoramos. Con el paso del tiempo, queremos que cambie a nuestro antojo. Y como vamos cada uno? Vemos la paja en el ojo ajeno y nunca el tronco que hay en el nuestro.

Creo que… Cada ser humano es como es y punto
Cada ser humano es como es y punto. Deberíamos aceptar a los otros, como debemos hacerlo con uno mismo. Con defectos y virtudes. Nada más.
Por el mismo sendero, el notable periodista y escritor Gay Talese (otro de mis héroes literarios, adivinaron Jejeje) escribió que «aunque tenga 80 años, siempre me he sentido como un novato un recién llegado, un forastero».
«Y esa es una cualidad perfecta para un periodista. Estar ligeramente alejado de lo que ves e incluso de quién eres. Soy una persona fraccionada, compuesta por varias piezas que no siempre encajan. Por eso veo las cosas de manera diferente, algo que me ha ocurrido siempre».
A ver si lo practicamos y dejamos de meternos en asuntos privados.
Para no cansarlos, escucho a más de un colega, rasgarse las vestiduras, cuando en su vida interna , son por decir lo menos, un pésimo ejemplo.
Entonces,vayamos por la vida atados a los buenos recuerdos. Dejando que cada quien, haga con los suyos, lo que mejor le parece, creo que sería un mejor mundo para vivir y convivir. Porque si una simple coma cambia la frase. Una simple actitud cambia la historia.
Sin olvidar que nuestro pasado nunca está donde lo dejamos. Solo quedan cicatrices Hasta la próxima