Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de Palabras… La Iglesia Universal se encuentra de luto tras el fallecimiento del Papa Francisco, ocurrido el 21 de abril de 2025, a los 88 años de edad. Jorge Mario Bergoglio, primer pontífice latinoamericano y primer jesuita en ocupar la Sede de Pedro, culmina así un pontificado de 12 años que transformó profundamente la vida de la Iglesia y su relación con el mundo contemporáneo.
Elegido el 13 de marzo de 2013 tras la histórica renuncia de Benedicto XVI, Francisco sorprendió al mundo desde el primer momento con su sencillez y cercanía. Aquella noche, al presentarse desde el balcón de la Basílica de San Pedro, pidió la bendición del pueblo antes de impartir la suya, un gesto que anunciaba un estilo pastoral marcado por la humildad y el servicio.
Su elección del nombre «Francisco», en honor al Santo de Asís, definió las prioridades de su pontificado: una Iglesia pobre para los pobres, el cuidado de la creación y el diálogo con todas las culturas y religiones.
El pontificado de Francisco quedará en la historia por sus esfuerzos de reforma en la Curia Romana, la transparencia financiera en el Vaticano y su decidida lucha contra los abusos. La Constitución Apostólica «Praedicate Evangelium» (2022) fue el culmen de esta reforma, reorganizando completamente la estructura administrativa de la Santa Sede y abriendo espacios de liderazgo a laicos y mujeres.
Sus encíclicas – «Lumen Fidei» (2013), «Laudato Si'» (2015), «Fratelli Tutti» (2020) y «Dilexit Nos» (2024) – así como sus exhortaciones apostólicas, especialmente «Evangelii Gaudium» (2013) y «Amoris Laetitia» (2016), dejaron una profunda huella en el magisterio de la Iglesia, abordando desde la crisis ecológica hasta las preocupaciones de las familias contemporáneas.
Quizás su legado más duradero sea la promoción de una Iglesia sinodal, «que camina junta», escuchando a todos sus miembros. Los sínodos sobre la familia (2014-2015), los jóvenes (2018), la Amazonía (2019), la sinodalidad (2021-2024) y el más reciente sobre la esperanza (2024), representaron un método renovado de discernimiento eclesial que modificó profundamente la manera en que la Iglesia reflexiona sobre sí misma y su misión.
Durante su pontificado, Francisco realizó 43 viajes apostólicos, visitando los cinco continentes y privilegiando las periferias geográficas y existenciales. Su preocupación por los migrantes, los pobres y los descartados de la sociedad lo llevó a gestos proféticos que conmovieron al mundo, como el lavatorio de pies a presos y refugiados, o sus visitas a Lampedusa, Lesbos y campos de refugiados.
La convocatoria del Año de la Misericordia (2015-2016) y del Jubileo de la Esperanza (2025), que apenas comenzaba a celebrarse, reflejaron las dos virtudes que marcaron su pontificado.
En un contexto internacional marcado por conflictos, polarización y desafíos globales, Francisco se convirtió en una voz moral respetada incluso fuera de la Iglesia. Su mediación en conflictos internacionales, su defensa del multilateralismo y sus llamados a la paz en Ucrania, Tierra Santa y otras regiones en guerra, mostraron a un pontífice comprometido con el bien común de la humanidad.
Inolvidable fue su visita al Perú en enero de 2018, donde recorrió Lima, Trujillo y Puerto Maldonado. En nuestra capital, más de un millón y medio de fieles se congregaron en la base aérea Las Palmas para la multitudinaria misa que quedará en la memoria de muchos peruanos.
Su mensaje a los pueblos amazónicos en Puerto Maldonado resonó con especial fuerza: «La Amazonía es tierra disputada desde varios frentes. En su nombre, grandes intereses económicos legitiman el asfixiamiento de pueblos y la apropiación de los recursos naturales», dejando clara su defensa de los pueblos originarios y del medio ambiente.
Su encuentro con víctimas de abuso en Trujillo y su visita al Hogar Principito de Lima mostraron la cercanía del Pontífice con los más vulnerables, sellando una conexión especial entre el pueblo peruano y el Papa venido del sur del continente.

Cordillera de Palabras… El mundo recordará a Francisco por su autenticidad
Más allá del pontificado, el mundo recordará a Francisco por su autenticidad, su sentido del humor, su comunicación directa y su cercanía con la gente común. Las imágenes de sus abrazos a personas enfermas o con discapacidad, sus conversaciones espontáneas con jóvenes y sus gestos de ternura quedarán grabadas en la memoria colectiva.
En este tiempo pascual, mientras la Iglesia se prepara para el cónclave que elegirá a su sucesor, los católicos de todo el mundo dan gracias a Dios por el don que ha sido el Papa Francisco, cuyo lema episcopal «Miserando atque eligendo» (Mirado con misericordia y elegido) expresó el misterio central de su vida: la experiencia de saberse amado y escogido por Dios para ser, a su vez, testigo de su misericordia.
«Recen por mí y, si alguno no puede rezar porque no cree o no puede, que me envíe buenos pensamientos, que me quiera bien», pedía Francisco en sus discursos. Hoy, la Iglesia en Arequipa y el mundo responden a ese pedido con gratitud y oración por quien fue un pastor con «olor a oveja» que guió a la Iglesia en tiempos desafiantes con fe, esperanza y caridad.