Por: César Palma Galindo
VIVENCIAS… A sol a sol…Desde pequeño me gustaba caminar con mamá. Íbamos a casi todo sitio juntos. Al mercado, de compras y si era necesario a donde ella tuviera que trabajar. Recuerdo algo de pequeño cuando uno de mis tíos agricultores sembró zapallo, quedó unos cuantos kilos para vender y se preguntaba que hacer con tanto producto. A mi mamá se le ocurrió la gran idea de venderlo.
Me emocioné creo, recordaba que cada vez que salíamos al mercado había gente gritando a sol a sol ofreciendo lo que vendían y se me pegó la frase. Fuimos en un camión lleno de zapallos a venderlos y yo gritaba en medio de la palomillada, zapallo señora a sol a sol, creo que costaba más.
Teresita no le corría a la chamba nunca y si podía siempre estábamos juntos asi la hiciese renegar. Fue un momento anecdótico que siempre guardé con cariño. Así caminábamos juntos y siempre estaba orgulloso de ella.
También tuvo su tiempo de vender en un mercadillo en La Merced de ahí nació mi primera ahijada, Giuliana hoy grande, madre de familia y empresaria.
Mi ma viajaba a Tacna y Lima durante un tiempo, una vez la acompañé a Tacna me llevó al mercado a comer caldo de gallina y después sin perder el tiempo a realizar las compras necesarias para el negocio. Que grande eras mamita, todo por tus hijos. Fue un tiempo corto pero aprendí a verla trabajar de cerca y saber como se rajaba por sus hijos. Siempre a tu lado.
Todo no quedó ahí. Viajamos a Lima y abrimos un restaurante esas manos mágicas no podían negar sus delicias al paladar capitalino, desde muy temprano abríamos el local y a chambear, recuerdo que llevaba el menú a las tiendas de alrededor. Una de tantas experiencias más que me hiciste disfrutar. Pero tu Arequipa es tu Arequipa.
La cocina era lo suyo y en Arequipa abrimos la picantería El Sillar, en Cerro Colorado ahí trabajaba un señor que fue cocinero del Hotel Presidente, cocinaba rico y mi mamá le copió algunos secretos, pues a la señora no se le escapaba una para seguir aprendiendo. ¿Y yo?, si no estaba en la universidad, cobraba.
Todo tiene su tiempo y nunca dejaba de enseñar, como le gustaba dar sus clases de repostería de las cuales siempre esperaba el final para la degustación de los platos.

VIVENCIAS.. Había mucho que contar
Así era Teresita, siempre chambeadora, y con su llavero a lado, mirándola y admirándola.
Todo tiene su tiempo, la extraño mucho, su manera de hablar y aconsejar, pasamos mucho, página por página habría mucho que contar. No soy como ella, no tengo sus dones ni su capacidad pero me enseño a querer con toda la fuerza porque cada cosa que hacia la realizaba con cariño.
Sus manitas ya no están para rascar mi cabeza. Los últimos años nos alejamos un poco pero siempre, siempre tenía un costado de su cama para echarnos juntos y compartir un poco de sueño.
Gracias mamita por todo te amo de aquí a la eternidad.