Por Wilfredo Mendoza Rosado
Creo que… Desde que existen los libros, siempre han sido la válvula de escape, que nos permiten vivir otras vidas. Otras aventuras. Otros amores. Los mismos o peores desengaños. Es decir, a partir de mundos ficticios, en el mayor de los casos, vamos soportando los conflictos que se presentan. Ese eterno vaivén, entre el querer y el poder.
¿Porqué nos gustan las historias? Tengo una percepción al respecto, porque nos gustan las mentiras.
En realidad, no siempre nos gusta la verdad, porque duele, y vaya que duele. “En efecto, las novelas mienten —no pueden hacer otra cosa— pero esa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse disimulada y encubierta, disfrazada de lo que no es”. (Mario Vargas Llosa).
Desde La Caperucita Roja, Pinocho, Blancanieves, son ficciones que nos gustaron y vivimos desde nuestra propia perspectiva. Nos ayudaron a entender el mundo desde otra realidad. Esa es la validez de la ficción.
Estas historias se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a tener. En el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo. Ese oculto, quizás hasta perverso, pero deseo al fin y al cabo.
Que arroje la primera piedra, quien a veces quiere escapar de su triste realidad, de su huraño presente, para soñar y ser feliz a través de las “mentiras de la ficción”. Todos (me incluyo) quisiéramos vivir una vida distinta a la que vivimos.
Me atrevo, a decir que quienes escriben historias, apelan a las válvulas de escape necesarios, para salir del hastío que mata.
Honore de Balzac, nunca salió más allá de su hogar pero escribió La Comedia Humana, una monumental obra que en esos años concibe la idea de La comedia humana, ambicioso proyecto que agrupa un total de 137 novelas —entre las cuales, Papá Goriot y Eugenia Grandet— cuyo tema común es el de retratar la sociedad de su tiempo.
Lo mismo ocurre con Gustave Flaubert en Madame Bovary, una historia simple, tal vez demasiado, pero que por su estilo trasciende en el tiempo y la distancia. Madame Bovary es una de las primeras novelas sobre el matrimonio burgués; no es una historia de amor, sino una historia sobre la mediocridad, el aburrimiento y la desilusión.
Las banalidades de la vida cotidiana matrimonial real contrastan agudamente con las ideas románticas de Emma.
Al final, mejor léanla. Es un exacto monumento a la verdad de las mentiras. Es decir, a esa otra vida, que todos anhelamos, Esa salida, que buscamos para no volvernos locos, por el discurrir de los mismos días, las mismas caras, las rutinas que matan todo hasta el amor.

Creo que… La verdad de los libros es solo mentira
La verdad de los libros es solo mentira. Pero siguen siendo necesarios. La vida es una y tiene límites.
La lectura de novelas los revienta y lo que era una se convierte en mil, infinitas. ése es el mayor poder de la literatura. Revela con sus palabras la íntima relación de su lectura con las posibilidades de ampliar nuestra experiencia vital.
«La literatura es una mentira que encierra grandes verdades y nos permite vivir” ¿Quieres o no vivir mi estimado cibernauta? No me respondas, es tu problema, Hasta la próxima.