Por Christiaan Lecarnaqué Linares
El PIRATA| Hablemos de Películas… No pretendo que esta crítica sobre El brutalista sea tan extensa como la película. László Tóth (Adrien Brody) es un arquitecto que llegó a Estados Unidos huyendo de los nazis de Hungría.
En esta tierra tiene la oportunidad de reconstruir su vida, aunque, por el momento, lejos de su esposa y sobrina. No será fácil encaminar su camino en esta tierra de oportunidades. Su historia en El brutalista será de cal y de arena.
En la primera parte de esta película, de tres horas y 40 minutos, este arquitecto intenta adecuarse a su nueva vida, hasta que llega la oportunidad de mostrar su trabajo al millonario, Harrison (Guy Pearce), un hombre culto, directo, controlador y emocionalmente descontrolado.
Entre ambos hay una conexión intelectual y luego, aparentemente, amical. Hay una conexión entre ellos que llevará a sacar adelante un proyecto ambicioso: la construcción de un edificio en homenaje a la mamá de Harrison.
En el momento en que ambos empiezan a coordinar este proyecto saltan a la vista las extravagancias del inversor. Al no tener una idea clara de la construcción, empieza a divagar sobre lo que desea y de alguna manera este detalle nos va describiendo el otro lado de este personaje.
Al final se decide que sea un templo. La segunda parte de la película viene con el desarrollo de esta construcción, la llegada de la esposa del arquitecto y una controvertida decisión que llevará a El brutalista hacia el final.
La relación entre el arquitecto y millonario va y viene. Hasta que en una incómoda escena donde ambos están alcoholizados, y uno, además, drogado, se da una situación bastante inesperada.
En un callejón oscuro uno parece someter a otro a sus caprichos. Desde ese punto la relación se rompe, el carácter de Laszlo cambia y la obra culmina. Además termina la transición del sueño a una pesadilla americana.

EL BRUTALISTA: A TENER EN CUENTA
Hay algunos puntos interesantes de esta película.
Primero que Brady Corbet, director de este filme, oscurece los personajes cuando se trata de dar una mala noticia. Como aquella en que expulsan a Laszlo de una casa. Al portador de la mala nueva se le poco el rostro hasta que se le oscurece por completo.
La otra es que el sexo funciona como liberación o sumisión. No es romántico, sino crudo, incómodo y hasta cruel.
UNA DECISIÓN RARA
Harrison es un personaje engañoso. Amable, pretencioso y buen conversador al inicio. Queda claro que es un hombre con poder y que él lo sabe. Así que la escena donde somete a Laszlo no queda clara.
Aunque quizás quisieron construir una contradicción entre la personalidad del promotor de ese templo y la esencia del templo.
También a lo largo de la película hay muchas referencias a la persecución judía durante le época nazi y su invasión por Europa.
Por momentos la cinta me hizo recordar a El Hilo Fantasma de Paul Thomas Anderson por la música y los momentos en que se libera la creatividad del arquitecto.
BIEN ADRIEN BRODY
El brutalista trae una buena interpretación de Adrien Brody. Este interpreta primero a un personaje con la esperanza de salir adelante en un país desconocido, pero que poco a poco va destruyéndose. Él siente que no encaja. No se le ve cómodo y solo parece estar bien cuando la arquitectura funciona. Cuando su pasión falla, vuelve a caer.
La película es larga, con una buena primera parte. Tiene una destacada fotografía y banda sonora. No obstante el filme puede cansarte y a veces dejarte frío como la arquitectura brutalista.
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