José Belaunde
En Filipinas, el único país de Asia con una población predominantemente católica, se vive la tradición de la Semana Santa de una manera peculiar, con flagelaciones masivas y crucifixiones reales.
Durante el Viernes Santo, las iglesias del mundo llevan a cabo Vía Crucis y procesiones para honrar esta fecha en la que Jesús falleció, ya que el sacrificio de Jesús simboliza el mayor acto de entrega en la fe cristiana.
Mientras tanto, en Pampanga, Filipinas, miles de personas se reúnen bajo el ardiente sol con temperaturas que alcanzan los 39° C. Muchos de ellos realizan esta travesía descalzos para imitar el dolor de Jesús, sin embargo, algunos de ellos demuestran su fe de manera más extrema, voluntariamente flagelándose o incluso clavándose a cruces de madera.
La mayoría de los voluntarios tienen entre 20 y 30 años, pero existen varios casos como el de Ruben Enaje, un obrero de 64 años, quien ya ha sido crucificado por 36 veces y última vez fue este Viernes Santo. “No puedo hacerlo más. Tuvieron que apuntarme con ventiladores solo para que pudiera respirar normalmente”, dijo Enaje.
Con la misma pena, Enaje teme que la tradición desaparezca, ya que cada año son menos los devotos dispuestos a clavarse en la cruz.
Los “Cristos” (aquellos que cargan la cruz) son clavados en cruces de madera, similares a la de Jesús, por creyentes designados como los “martilleros”. Los clavos son agujas esterilizadas en alcohol, de 5 cm y son incrustadas tanto en las manos como en los pies de los voluntarios.
Filipinas: flagelaciones voluntarias y reales
Del mismo modo, en otras localidades, muchos creyentes cubren sus caras con máscaras de tela mientras se flagelan y desfilan por las calles de la ciudad, en señal de arrepentimiento y devoción.
Sus látigos suelen tener puntas hechas de fragmentos de bambú, con el objetivo de hacer correr la sangre en las cantidades deseadas. Igualmente, se puede observar otras herramientas con vidrio incrustado para escarificar la espalda de los penitentes.

El devoto Mark Palma, de 30 años, relata que participa en las flagelaciones voluntarias desde que tiene 15 años para rezar por la salud de su hermana, quien nació con una malformación cardiaca.
Según los funcionarios locales, más de 10 mil personas acudieron a las extremas manifestaciones del Viernes Santo en Filipinas. Miles de turistas y locales viajan para presenciar el excesivo y macabro espectáculo, el cual es desaprobado oficialmente por la Iglesia.