Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de Palabras… Mientras escribo esto, otra familia peruana está seguro recibiendo la noticia que nadie quiere escuchar. En menos de dos días el periodista Gastón Medina en Ica fue baleado, mujeres muertas y desaparecidas, niñas y niños captados para la trata, fiscalías reventadas con explosivos, muerte y más muerte.
La violencia en el Perú ya no es noticia: es nuestra realidad diaria. Según datos de la Policía Nacional, en el 2024, se registraron más de 180 muertes violentas, es decir cada día por medio alguien moría con violencia.
Pero estas estadísticas frías no capturan el verdadero impacto: los hijos que nunca volverán a abrazar a sus padres, los padres que enterrarán a sus hijos, los cumpleaños que tendrán siempre una silla vacía.
El asesinato del periodista en Ica no es solo un ataque a la libertad de prensa; es el reflejo de una sociedad donde la vida vale menos que una billetera o una venganza. Su familia no solo perdió a un ser querido: perdió futuros, sueños, momentos que ya no serán.
La violencia no discrimina: empresarios, taxistas, estudiantes, periodistas… todos somos blancos potenciales en un país donde la impunidad alimenta el ciclo de sangre.
Los delincuentes ya no temen: saben que las probabilidades de ser capturados son mínimas, y de ser condenados, aún menores.

Cordillera de Palabras… No podemos seguir esperando
Presidenta en funciones Dina Boluarte, no podemos seguir esperando. No necesitamos más diagnósticos ni estudios: necesitamos acción. Cada minuto que pasa sin una respuesta contundente del Estado es un minuto más de angustia para millones de peruanos que viven con miedo.
La violencia no solo mata personas: mata esperanza, mata futuro, mata país. Y mientras usted sigue en reuniones interminables, más familias se unen al club que nadie quiere pertenecer: el de aquellos que tienen que aprender a vivir con un vacío que ninguna justicia tardía podrá llenar.
El Perú sangra, presidenta. ¿Cuántas muertes más necesita para actuar?