Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de palabras… Es como sumar dos más dos. Una persona que arrastra una mala fama en cuestiones laborales, difícilmente conseguirá trabajo en el mismo rubro en el que se desempeñó. Las malas críticas aparecerán por todos lados y, las malas referencias, serán demoledoras. Pero, ¿Dónde se inicia la mala fama de una persona? Naturalmente, en la juventud.
Aquel muchacho que se dedicó a ser buena deportista, estudiante “chancón”, aplicada oradora o esforzado quemapestañas, con el tiempo y en muchos casos, logran puestos importantes y futuro profesional.
Mientras que aquél que disfrutó de placeres adelantados para su edad y bolsillo, aquella que desperdició el tiempo libre para llenarse de tóxicos, termina por ser la comidilla de los encuentros de promociones.
El tema es que, de repente, por ser una etapa, los valores de la puntualidad, responsabilidad o hasta la coherencia, puedan rescatar al joven o muchacha de convertirse en el o la “malafama” de la promoción secundaria y entrar al mundo universitario con una perspectiva de cambio y borra pasado.
De no ser así, y persistir las ganas de autodestrucción, las borracheras en los diferentes bares cerca de los campus universitarios (y que tienen impunidad presidencial porque nunca los logran cerrar), los verán como clientes habituales y posiblemente como actores de mayúsculos “roches” en videos de Instagram.
Hay algunas personas que pueden pasar por diferentes experiencias en su etapa universitaria o de formación en un instituto superior, sin mayores daños. Se recuerda a Susana Villarán, que dijo que de un “porrito” de mariguana no pasó.
Pero en el caso de otros y otras, el tratar de probar todo, les deja un estigma de drogadictos, chicas fáciles, en suma, de irresponsables.

Una mala fama adquirida a conciencia
Pocos, volvemos a repetir, consiguen remontar una mala fama adquirida a conciencia, se necesita trabajo duro, demostrar que se ha cambiado de hábitos, que se ha dejado atrás la etapa de inmadurez y se tomó conciencia de que un trabajo es una responsabilidad única y, depende de uno solo, conservarlo.
Al final, por más éxito que se tenga, por más puestos que se logren con malas artes, por más dinero acumulado, el espejo de la conciencia siempre mostrará la verdadera careta. En la soledad del espejo del baño cada uno sabe cual fue el precio de su propia fama.