Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de Palabras… «Prometo un Perú…» El otro día, después de excederme con algo de comida nocturna, me desperté con una pregunta que me quitó el sueño a la par que la gastritis: ¿cómo se puede combatir la corrupción en este país?. Entre sorbo y sorbo de café que tengo prohibido, se me ocurrió la idea más descabellada de mi vida: mejor me lanzo como presidente y resuelvo todo en cinco años.
Total, si políticos sin propuestas y propuestas sin políticos pueden llegar al poder, ¿por qué no un periodista con especialización en temas de IA y que es escritor de ciencia ficción no podría idear alguna propuesta presidencial creíble? Así que, por unos párrafos, permítanme fantasear con ser candidato presidencial y compartir mi plan de gobierno anticorruptos:
«Compatriotas, me dirijo a ustedes no como un político más que promete lo imposible, sino como un peruano que cree firmemente que nuestro país puede librarse de la corrupción en cinco años». No es una utopía literaria imaginada por Ray Bradbury; es un plan ejecutable que requiere voluntad política y el compromiso de todos nosotros.
Año 1: La Revolución Digital
Iniciaremos implementando la digitalización total de todos los procesos públicos. Cada sol del Estado tendrá un código QR que permita rastrearlo desde su asignación hasta su ejecución final.
Las contrataciones públicas se realizarán mediante blockchain, haciendo imposible las modificaciones posteriores. Todo ciudadano podrá consultar en tiempo real cómo se gasta su dinero, de la misma manera se podrá saber la ruta del dinero estatal. La transparencia no será un eslogan; será una realidad tecnológica irreversible imposible de di-sol-ver.
Año 2: Justicia Rápida y Efectiva
Crearemos tribunales especializados en corrupción con jueces de carrera judicial intachable, seleccionados por meritocracia absoluta. Los procesos por corrupción no durarán más de seis meses.
Estableceremos el principio de «presunción de enriquecimiento ilícito»: todo funcionario deberá justificar patrimonio superior a sus ingresos declarados. La carga de la prueba se invierte: no probaremos que robaste; probarás que no lo hiciste y si no, cárceles a lo El Salvador.
Año 3: La Generación del Cambio
Implementaremos el «Servicio Civil » para jóvenes universitarios en instituciones públicas por dos años, con salarios competitivos y línea de carrera garantizada. Esta nueva generación, formada en valores de integridad, reemplazará gradualmente a funcionarios corruptos.
Crearemos la «Universidad de la Función Pública» donde se formarán los servidores del mañana con ética como materia principal. Así como hay jóvenes que ven en lo privado un futuro, también hay otros que miran al estado con ojos de estabilidad y, para evitar que sean captados por las bandas criminales disfrazadas de algunos partidos políticos es mejor aprovechar esas ganas de trabajar por el bien del país.
Año 4: Control Ciudadano Real
Cada distrito tendrá «Observatorios de Transparencia» dirigidos por ciudadanos elegidos aleatoriamente, como jurados electorales. Estos observatorios fiscalizarán obras, contratos y gastos municipales con acceso total a información.
Crearemos la figura del «Whistleblower Protegido». En cristiano: quien denuncie corrupción recibirá protección estatal y premio económico equivalente al 10% de lo recuperado.
Año 5: La Consolidación
Institucionalizaremos la «Auditoria Ciudadana Permanente» usando inteligencia artificial para detectar patrones sospechosos en contrataciones y gastos. Cada alcalde, gobernador regional y ministro rendirá cuentas públicamente cada trimestre, transmitido en vivo por todos los medios. La corrupción dejará de ser rentable porque será imposible ocultarla.
La figura del alcalde o del gobernador deberá volverse de un verdadero servidor, cuya única paga excedente deberá ser el agradecimiento por su buena disposición a sacrificar sus años de elección pública en beneficio de quienes confían en él y no al revés.
Los Pilares del Cambio:
Primero, sueldos dignos para funcionarios públicos, financiados con lo recuperado de la corrupción. Un fiscal bien pagado no necesita coimas para vivir dignamente y así cualquier funcionario público.
Segundo, educación en valores desde inicial hasta universitaria. La corrupción se combate formando ciudadanos íntegros, no solo castigando corruptos.
Tercero, ejemplaridad presidencial: mi patrimonio será público y auditado mensualmente. Mis familiares no podrán contratar con el Estado (lo siento hermanos y hermanas). La ética se predica con el ejemplo. Se fiscalizará hasta mi alimentación en Palacio, tanto por mi salud como por la salud de los fondos públicos.
Cuarto, participación ciudadana real. Cada peruano será un fiscal de la democracia, con herramientas tecnológicas para ejercer control social efectivo, y si bien sabemos que la presente generación así se le mande los estados de cuenta del Gobierno cada mes a sus casas ni caso le harán.
Modificaremos la educación para que haya cada día dos horas lectivas para la enseñanza de: Manejo de economía familiar, Cocina, Construcción de herramientas diarias para la sobrevivencia, Gestión pública y social, Taller de servicio comunitario.
La Promesa del Quinquenio
En cinco años, el Perú será reconocido internacionalmente como ejemplo de transparencia. Nuestros índices de percepción de corrupción estarán entre los mejores de América Latina. Nuestros jóvenes crecerán sabiendo que en su país el mérito, no la coima, abre puertas.
Compatriotas, esta no es una promesa electoral más. Es un compromiso generacional. Es la diferencia entre seguir siendo el país del «roba pero hace obra» o convertirnos en la nación donde la honestidad no sea heroísmo, sino la normalidad.
Coda
Bueno, ya desperté de mi sueño presidencial. Reconozco que estas ideas, aunque perfectibles e incluso algo utópicas, jamás yo podría llevarlas a cabo porque mi labor es fiscalizar como periodista, no gobernar como político.
Pero vaya que este ejercicio mental y de paso distractivo a los estertores de mi estómago, me hizo reflexionar: con relativamente poco, con voluntad real y usando la tecnología disponible, sí se podría erradicar gran parte de la corrupción que nos carcome, y ¿quién sabe?.
Algún político de esos buenos que por allí hay hasta tome nota de alguna de las propuestas y pueda ponerlas en obra. Mientras nada cuesta soñar en medio del cólico que vivimos en esta pesadilla lúcida de cada día.