Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de Palabras… En el Perú, según el Portal de Personas Desaparecidas de la Policía Nacional, en 2023 se reportaron 23,988 denuncias por desaparición, un promedio de 65 personas por día. La Defensoría del Pueblo confirma que el 70% de estos casos corresponden a menores de edad.
En Arequipa, la misma institución reportó 120 notas de alerta por desaparición entre enero y marzo de 2024, siendo el grupo más vulnerable las adolescentes entre 12 y 17 años. Imaginamos que para este final de año las cifras son más que alarmantes.
La PNP ha identificado patrones claros: los captadores utilizan principalmente redes sociales para contactar a sus víctimas. Las zonas más vulnerables son los distritos periféricos, donde la supervisión y la presencia policial son menores.
Pero el verdadero problema comienza en casa, donde la brecha digital entre padres e hijos se convierte en un abismo de incomprensión.
Nuestros adolescentes viven en un mundo que muchos padres apenas entendemos. Sus amistades son virtuales, sus relaciones se construyen a través de likes, y sus problemas, que nos pueden parecer triviales, son tan reales como los nuestros.
Cuando un hijo se encierra en su cuarto con el celular, no solo está evitando la realidad; quizás está pidiendo ayuda en silencio. La soledad digital es el caldo de cultivo perfecto para los depredadores en línea.

Cordillera de Palabras: denunciar sin esperar las míticas 48 horas
Las autoridades recomiendan acciones inmediatas: denunciar sin esperar las míticas 48 horas, compartir solo información oficial de búsqueda, mantener fotos actualizadas de los menores.
Y si bien la confianza en nuestras autoridades policiales está dañada por recientes casos de malos elementos, no obviemos el paso de denunciar la desaparición.
Pero más importante es prevenir: necesitamos padres que escuchen sin juzgar, que entiendan que el mundo de sus hijos es diferente al que ellos vivieron, que sepan que un corazón roto por un «amor de Instagram» duele tanto como cualquier otro.
Una sociedad que no protege a sus niños está condenada. No podemos seguir tratando cada desaparición como un caso aislado cuando las cifras oficiales nos gritan que estamos ante una crisis sistemática.
Lo que más ayuda también es no juzgar, no importa que luego se sepa que fue por un enojo, una discusión, unas copas de más, no importa, compartamos las publicaciones, ya que un momento de vergüenza es mejor que un cuerpo arrojado en una canal de regadío ¿O piensa lo contrario?