Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de Palabras… Para llegar desde Cotahuasi – La Unión, hasta Arequipa hay que viajar 12 horas por una carretera que parece olvidada por Dios y las autoridades. Ayer, decenas de pobladores de La Unión hicieron este sacrificio para protestar frente al Gobierno Regional de Arequipa (GRA).
La respuesta del gobernador Rohel Sánchez fue el silencio hasta entrada la noche, a pesar de que la marcha estaba anunciada y que desde temprano los pobladores llegaron y se concentraron, después de sufrir la lluvia y pasar frío y hambre, los atendieron en la noche, casi a regañadientes.
Esta actitud es típica de quienes ven la política como un trampolín y no como un servicio.
Según el INEI, La Unión tiene un índice de pobreza que supera el 40%, siendo una de las provincias más pobres de Arequipa.
La ironía es cruel: mientras sus paisajes atraen turistas de todo el mundo al Cañón de Cotahuasi, sus habitantes luchan contra la contaminación minera que amenaza sus aguas y sus tierras.
La Defensoría del Pueblo ha reportado que la cuenca del río Cotahuasi sufre contaminación por relaves mineros provenientes de operaciones en Puno. El agua que debería dar vida está envenenando lentamente a comunidades enteras.
Los estudios de la OEFA muestran presencia de metales pesados que superan los límites permitidos, pero las autoridades siguen jugando al avestruz.
Las obras inconclusas son solo la punta del iceberg. La verdadera tragedia es el abandono sistemático de una provincia que parece existir solo en época de elecciones.
Un Hospital sin terminar y sin poner en funcionamiento que salvaría cientos de vidas, al ser el único de la zona, escuelas que se caen a pedazos, y una carretera que más parece camino de herradura al no tener un mantenimiento continuo.

La Unión guarda tesoros que el Perú parece ignorar
Entre sus imponentes montañas, La Unión guarda tesoros que el Perú parece ignorar. El Cañón de Cotahuasi, más profundo que el Colca, con sus 3,535 metros de profundidad, es apenas el comienzo.
Sus aguas termales, como las de Luicho y Lucha, tienen propiedades medicinales reconocidas internacionalmente. El complejo arqueológico de Maukallacta en Puyca y la ciudadela de Marpa son testigos silenciosos de una historia rica que se remonta a épocas pre-incas.
Su biodiversidad es excepcional: el área de conservación del Cañón alberga 12 zonas de vida diferentes, más de 30 especies de aves endémicas y el majestuoso cóndor andino.
Sus andenes ancestrales, algunos todavía en uso, son obras maestras de ingeniería agrícola que podrían enseñarnos sobre agricultura sostenible. El kiwicha y la quinua de sus campos son considerados entre los mejores del mundo por su calidad orgánica.
Y su gente, heredera de una tradición de trabajo comunitario y respeto por la naturaleza, mantiene vivas costumbres y conocimientos que el mundo moderno necesita desesperadamente redescubrir. Todo esto languidece por falta de una promoción y apoyo decente y políticas de desarrollo sostenible.
¿Y dónde estaba el gobernador? Porque no recibió a esta valerosa gente que desde tan lejos llegó a exponer un problema real. Seguro ocupado en sus «temas prioritarios», mientras los cotahuasinos tuvieron que viajar 12 horas para mendigar atención.
La misma atención que él prometió en campaña a la provincia. La Unión no pide imposibles. Pide lo básico: agua limpia, obras terminadas, y respeto por su dignidad. Pero parece que en el diccionario de nuestras autoridades, La Unión es solo una palabra más que olvidar hasta la próxima elección.