Por: Sarko Medina Hinojosa
Cordillera de Palabras… Este artículo volverá a publicarse en octubre de 2025, cuando todavía estemos a tiempo de evitar la próxima tragedia anunciada. Porque en el Perú, las emergencias son tan predecibles como ignoradas.
Cada año, el mismo ciclo de improvisación: esperamos a que el primer huaico sepulte vidas para declarar emergencias, movilizar maquinaria y desempolvar los chalecos ministeriales. Siempre reactivos, nunca preventivos. Una cultura política donde la foto sobre el desastre vale más que el trabajo silencioso que podría haberlo evitado.
La propuesta es simple: declaratoria de emergencia preventiva cada noviembre, cuando aún no llueve pero sabemos que lloverá.
Tres meses de anticipación para limpiar cauces, reforzar riberas, reubicar a familias en zonas críticas y preparar los sistemas de alerta temprana que siempre prometemos implementar «para la próxima».
El Senamhi puede predecir con meses de anticipación la intensidad aproximada de la temporada de lluvias. La ciencia ya hace su parte. ¿Por qué la política no?.
La respuesta dolorosa: porque los desastres son rentables. No hay rédito electoral en prevenir tragedias invisibles. El político peruano prefiere la foto rescatando damnificados que el trabajo ingrato de evitar que haya damnificados que rescatar.

Esta columna volverá el octubre con las lluvias
Octubre es el momento crítico. Cuando lleguen las primeras lloviznas, ya será tarde para dragados y defensas ribereñas. El presupuesto que no se invierte en prevención terminará multiplicado en reconstrucción.
Esta columna volverá en octubre. Ojalá entonces no sea, como ahora, un lamento por lo que podríamos haber hecho. Ojalá sea, por una vez, el preámbulo de acciones que realmente salven vidas.