Este lunes 23 de junio, se cumplen 24 años de uno de los eventos sísmicos más devastadores en la historia reciente del Perú, el terremoto que no solo golpeó Arequipa, Moquegua y Tacna, sino que también remeció el sur del país y se sintió en el norte de Chile y el occidente de Bolivia. Este evento trae a la memoria la magnitud de la tragedia y el impacto duradero en las comunidades afectadas.
El sismo se registró a las 15:33:14 horas del sábado 23 de junio de 2001. Su epicentro se localizó frente a las costas del distrito de Ocoña, en Arequipa. Aunque el gobierno peruano, en ese entonces bajo la administración de Alejandro Toledo, inicialmente reportó una magnitud de 6.9, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) la rectificó a una magnitud momento (Mw) de 8.4, una cifra que refleja la inmensa energía liberada.
El movimiento telúrico se percibió en las regiones chilenas de Arica, Parinacota y Tarapacá, así como en los departamentos bolivianos de La Paz y Oruro. Las consecuencias del terremoto fueron trágicas. Un total de 102 personas perdieron la vida en Perú, de las cuales 26 fueron fallecidos directos por el sismo y 70 desaparecidos a causa del devastador tsunami que golpeó el balneario de La Punta en la provincia de Camaná.
Las olas en Camaná llegaron a alcanzar hasta siete metros de altura, penetrando hasta un kilómetro y medio tierra adentro. Este tsunami fue responsable del 30% de los muertos y el 92% de los desaparecidos.
A nivel de infraestructura, el sismo destruyó 17,500 viviendas y afectó a otras 35,550 en las ciudades de Arequipa, Camaná, Moquegua y Tacna. El costo de recuperación fue estimado en 500 millones de dólares por el gobierno.
El impacto del terremoto trascendió las cifras. Las redes sociales y los reportes de la época recuerdan la conmoción en Arequipa. La icónica Catedral de Arequipa, en el centro de la ciudad, perdió sus dos torres, una de las imágenes más difundidas de la catástrofe.
Terremoto 2021: cayeron las torres de la Catedral de Arequipa
Según testimonios, la Plaza de Armas se llenó de terror mientras los trozos de sillar de las torres se desprendían violentamente. Una de los torres cayó por completo y otra quedó a punto de desplomarse, lo que evidenció el devastador sismo
En la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), a pesar de reportes iniciales de daños leves, se comprobó que hubo colapsos en auditorios y serias fracturas en paredes, lo que llevó a la suspensión de un mes del año académico y la prohibición de acceso para Defensa Civil y la prensa.
Testimonios de residentes de Moquegua también describen la destrucción de casas rústicas y la afectación de hectáreas de cultivo, así como la rápida remoción de escombros para facilitar la llegada de ayuda.
La población de Arequipa, especialmente en zonas como el Cono Norte, que creció con asentamientos informales, sigue siendo vulnerable a futuros sismos, una lección que, según especialistas, aún no se ha aprendido completamente. El terremoto de 2001 dejó una profunda marca en la región, un recordatorio constante de la necesidad de preparación ante la alta sismicidad del sur peruano.