Por: Wilfredo Mendoza Rosado
Un encuentro casual…Debo confesar, con algo de vergüenza, que mi encuentro con el escritor Paul Auster, fue algo tardío. Aunque con los libros, es cierto, nunca hay citas tardías, todas sin excepción son las precisas. Las que no decepcionan, como mi encuentro casual con Auster.
Otro detalle. Generalmente, mis lecturas son producto del mero azar, o de las recomendaciones, y así sucedió con “Creía que mi padre era Dios”, que la leí de un tirón. Libro donde los tintes autobiográficos, nos hacen recordarlo que apenas somos meros seres humanos que hacemos y deshacemos.
En medio de las soledades que vivimos, los textos de Auster, son apenas el reflejo de los miedos del ser humano. ¿Para qué vivimos? No tengo la respuesta precisa, aunque supongo que lo único, que todos buscamos es ser felices…¿Cómo?
Auster lo sabía. Sus libros, son el atisbo para ¿conocerse a sí mismo? Los miedos, los éxitos, los fracasos, las alegrías, las tristezas, los amores , los desamores. Toda esa suma irrepetible, de lo que somos, de lo que intentamos hacer. O lo que nunca pudimos ser…En realidad, vivimos una época de disconformidad, con lo que somos. Buscamos un ideal muchas veces inalcanzable.
Cada autor, toca una parte sensible o no, de nuestro ser. La soledad, las coincidencias, los extravíos, y Paul lo hizo con mano maestra, dada su fina sensibilidad, para hacer de su vida, una especie de obra abierta, donde todos o al menos muchos, podíamos encontrarnos, como el pequeño conjunto de partículas que somos. Esa es su lección.
Dicen, que la enfermedad de este siglo es la soledad. No existe mejor época donde los adelantos tecnológicos han alcanzado, rutas insospechadas, es decir, teléfonos celulares que gracias a la Inteligencia Artificial, un poco más y hablan por nosotros. Nos están reemplazando. No cabe la menor duda.

Encuentro casual: conversar, a llorar, a reír
La literatura de Paul Auster, nos devuelve a la realidad, para entender que somos seres de carne y hueso, que debemos aprender nuevamente a conversar, a llorar, a reir; para tratar de encontrarse con uno mismo. «Lo que importa no es la habilidad para evitar los problemas, sino la manera en que se enfrenta uno a ellos cuando se presentan».
« Nuestras vidas realmente no nos pertenecen, pertenecen al mundo, y a pesar de nuestros esfuerzos por darle un sentido a éste, el mundo es un lugar que va más allá de nuestro entendimiento«, lo dijo durante unja entrevista, donde trataba de explicar, los tintes de autobiografía, que habitaban en sus libros.
En realidad, quien quiera conocerse un poco más. Vaya y lea sus libros. Y solo recordar que «Un libro no acabará con la guerra ni podrá alimentar a cien personas, pero puede alimentar las mentes y, a veces, cambiarlas». De eso se trata. Cambiar por lo menos un poco, para hacer de este mundo, un lugar más cálido y acogedor. Te animas estimado (a) cibernauta.