Por Wilfredo Mendoza Rosado
Creo que… Dios es arequipeño. La anécdota es bien conocida. El periodista, César Hildebrandt, quería “tomarle el pelo” a la legendaria fundadora de Caretas, Doris Gibson, puesto que había descubierto, que tanto se jactaba de ser arequipeña, en realidad era limeña, Al final de una entrevista, le preguntó, que si había nacido en la capital, como es que se reclamaba mistiana.
La Gibson, con la misma franqueza, que le caracterizaba, le dijo, mira César, un arequipeño nace donde le da la gana. La historia, siempre la recuerda, el destacado periodista, para remarcar, una de las mejores anécdotas, sobre esta hermosa tierra del Misti, que me recibió, hace más de cuatro décadas.
No voy a volver, sobre las discusiones bizantinas, que tanto ha dado que hablar, entre puneños, juliaqueños y las autoridades municipales de la hermosa Arequipa. Me parece absurdo. Por eso es que siempre se dice que el peor enemigo de un peruano es otro peruano.
Nací en Moquegua, pero la mayor parte de mi vida, hasta los 16 años, viví en el asiento minero de Toquepala (Tacna). Al culminar la educación secundaría, y ver que iba hacer con mi vida, mis padres, me dieron a optar entre vivir en mi tierra natal, o ir a Arequipa, aunque la casa no está terminada, nos dijo a mis hermanos.
Nunca hubo mayor discusión, llegamos a la tierra del volcán Misti. Corría el año 1979. De vivir en una campamento minero a llegar a esta pujante ciudad, fue un notable cambio. Fueron años complicados y difíciles. Nunca ni los auténticos characatos, me hicieron sentir inmigrante.
De aquellos años, mucha agua ha corrido bajo el puente. La Ciudad Blanca, ha cambiado notoriamente. La delincuencia en esos años, era un fenómeno ausente. El transporte urbano, era más o menos ordenado.
La crisis inmobiliaria, ni en sueños. Para dar una idea, se vendían 5 panes de los grandotes por 1 sol, o un pasaje urbano costaba 0.10 centavos. Otros tiempos idos, en una ciudad que celebra su 485 aniversario de fundación española.
Creo que… soy arequipeño por derecho propio
En honor a la verdad, en mi condición de aprendiz de escribidor, he redactado cientos de artículos sobre Arequipa. Siempre digo nací en Moquegua, pero soy arequipeño, por derecho propio. Esta tierra de tantos encantos, sus picanterías, sus callejones antiguos, sus hermosas iglesias, su monumental arquitectura, en fin. Tanta belleza, para decir que Dios al margen de peruano es más arequipeño.
Aquí hice mi vida, luego de divagar por otras ciudades, Arequipa, sigue siendo única. Tiene ese misterio que tanto intriga que canta y encanta. No tengo la menor idea de que hubiera sido mi vida en otros lugares, pero siempre estaría en debe…
Tengo la suerte de ser un “arequipeño” más, uno que solo hace votos por seguir haciendo de esta hermosa tierra, el mejor lugar para vivir. Para seguir disfrutando de la vida, hasta que Dios lo permita. Gracias Arequipa. Hasta la próxima.