Por: Sandra Bellido Urquizo
¿Y Ahora que?. ¿Mesa directiva?.. A pocos días de las Fiestas Patrias, el Congreso de la República no solo decepcionó nuevamente a la ciudadanía, sino que reafirmó su divorcio con el sentir popular. En vez de coronar su trabajo con una renovación ética o institucional, eligió como presidente del Legislativo a José Enrique Jerí Oré, un congresista investigado por presunta violación sexual.
La elección de Jerí, lejos de ser una renovación, simboliza lo que ha sido este Parlamento en los últimos cuatro años: un espacio donde se negocian impunidades, se protege a los acusados por corrupción, y donde las normas terminan beneficiando a los propios legisladores más que al país.
Desde el blindaje a los congresistas “mochasueldo”, hasta los pactos informales con el Ejecutivo para repartirse cuotas de poder, este Congreso ha mostrado una de las facetas más desprestigiadas de la política nacional.
Jerí Oré, abogado y congresista por Somos Perú, no ha destacado precisamente por su labor legislativa. Su nombre resonó en los medios no por impulsar reformas o leyes emblemáticas, sino por una grave denuncia de agresión sexual.
En enero de 2025, la Fiscalía Suprema de Familia abrió una investigación preliminar en su contra, junto a su amigo Marco Cardoza, por una presunta violación sexual cometida en Canta, durante una reunión social el 29 de diciembre de 2024. La ciudadana denunciante declaró que fue víctima del delito mientras se encontraba bajo los efectos del alcohol.
Aunque el caso llegó a la Comisión de Ética del Congreso, esta fue incapaz de procesarlo: el caso fue archivado por falta de quórum, un desenlace que muchos interpretan como parte de los ya conocidos blindajes políticos en el Parlamento.
La Mesa Directiva dejó un sabor aún más amargo
Como si no bastara con la elección del nuevo presidente, la composición de la Mesa Directiva dejó un sabor aún más amargo. La fórmula fue apoyada por una alianza entre fuerzas supuestamente antagónicas, como Fuerza Popular y Perú Libre, repitiendo el libreto de los últimos años: intercambiar votos y cargos, pese a sus discursos de confrontación ideológica.
Así, la nueva Mesa Directiva del Congreso 2025–2026 quedó conformada por:
Presidente: José Jerí Oré (Somos Perú)
Primer Vicepresidente: Fernando Rospigliosi (Fuerza Popular)
Segundo Vicepresidente: Waldemar Cerrón (Perú Libre)
Tercer Vicepresidente: Ilich López (Acción Popular)
Waldemar Cerrón, hermano del prófugo Vladimir Cerrón, vuelve a la Segunda Vicepresidencia del Congreso, acumulando tres periodos consecutivos en este cargo. Su reelección ha sido interpretada por analistas como una muestra del poder intacto de Perú Libre y su habilidad para sostener cuotas de poder incluso sin mayoría parlamentaria.
En redes sociales, no faltaron los comentarios irónicos que imaginaban a Vladimir Cerrón celebrando desde su escondite.
El cuarto integrante de la mesa, Ilich López Ureña, también llega con antecedentes cuestionables. Fue implicado en el caso “Los Niños”, una presunta red de congresistas que habrían negociado obras y favores con el expresidente Pedro Castillo a cambio de apoyo político. A López se le atribuyen los delitos de organización criminal, tráfico de influencias y cohecho pasivo impropio.
Pese a estar bajo investigación, López fue premiado con la Tercera Vicepresidencia, representando a Acción Popular, partido también golpeado por múltiples denuncias internas.
Lejos de promover transparencia, meritocracia o renovación, el Congreso vuelve a cerrarse sobre sí mismo, eligiendo autoridades que enfrentan investigaciones graves, repitiendo pactos de impunidad, y demostrando que su principal preocupación no es el Perú, sino preservar el poder entre los mismos rostros.
Mientras la ciudadanía se alista para celebrar un nuevo aniversario patrio, el Parlamento parece celebrar otro tipo de independencia: la suya frente a la decencia política y la rendición de cuentas.