Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… Más de una vez, muchas diría, he cuestionado a mi padre, por su forma de ser. Igual, con mi madre, siempre terca y lisa, como pocas. Todos hemos pasado esa delgada línea entre el ser y el parecer. En buen romance, hemos “odiado” a nuestros progenitores, porque son como son y no como nosotros quisiéramos que sean
Hace algunos días, vi una película con Robert de Niro (Todo sobre mi padre) donde el es un estilista italiano, afincado en USA, y que trajo sus costumbres. No cambió nada. Fue él siempre, con sus errores y desaciertos. Viudo, tuvo un solo hijo. Lo crió igual. A la antigua, como dicen que dicen.
El caso es que Sebastián le dice a Salvo (su padre) que quiere casarse y necesita su aprobación. Entre ambas familias existe un choque cultural inevitable. Casi, todo se va al diablo, cuando Sebas quiere que su padre cambie sus antiguas costumbres.
Casi fracasa todo , cuando el hijo se da cuenta que es lo que es gracias a su padre. Con errores y sin ellos, pero es su padre. La familia es todo. Comprende.
Es la verdad, como podemos exigir que nuestros padres cambien, si solo somos el producto de ellos. Con sus lastres, con sus terquedades, con sus gritos, pero con su amor infinito, a veces áspero; pero amor puro al fin y el cabo. La famiglia è tutto.
En mi caso, soy el resultado de la educación y ejemplo de mis padres. Un ser con sumas y muchas restas, que solo busca ser feliz y hacer feliz a los demás. Igual como en la película, cuando Sebas, empieza por aceptar a su padre como es, cuando uno se percata, que esa es la vida. Con pocos aciertos y tal vez muchos desaciertos.
CREO QUE… Confieso que muchas veces traté de cambiar a mis padres
Confieso que muchas veces traté de cambiar a mis padres. Lo único que conseguí, fue inculcarles el gusto por la lectura. El resto, son como son y no quisiera que sean. Es lo importante. He llegado cerca o lejos, pero gracias a sus enseñanzas, a su forma de ser y entender la vida. Buena o mala, no soy quien para juzgarlos.
«No puedes encontrar la felicidad en el mismo lugar donde la perdiste». No tengo la menor duda, que la felicidad, hace tiempo dejé de buscarla, la encuentro (si lo hago) en las cosas más sencillas, que me enseñaron mis padres. La familia es todo.
Nunca lo dudé, menos ahora que siendo hijo, también soy padre, y veo como mis hijos, van caminando más solos que acompañados. No veo su camino, les dejé una guía, ellos van por el resto.
Al final la felicidad nunca la voy a encontrar en el mismo lugar donde la perdí. La felicidad está en todo o en nada. La vida es un. misterio y todo lo que podemos hacer es aceptarlo y seguir adelante. Solo se que todas las historias de amor hay que honrarlas. Hasta la próxima