Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… Esta semana, dicté un Taller de Redacción, gracias a la invitación de los encargados del Colegio de Relacionistas Públicos. El caso es que entre los diversos participantes, un exalumno universitario, intervino y citó a varios autores. Entre los nombres, uno me resultó familiar: Gay Talese.
Concluida la charla, me rondaba la imagen de uno de los mejores periodistas, con quien me he topado. Me ha enseñado, este difícil arte de contar historias. Sigo aprendiendo, y cada vez que leo algún libro suyo, caigo en la cuenta, la forma causal como lo conocí. Así es el destino, que a veces te presenta personas que te cambian la vida.
Paralelo, transcribo, al periodista y escritor, Tomás Eloy Martínez. “Somos, así, los libros que hemos leído. O somos, de lo contrario, el vacío que la ausencia de libros ha abierto en nuestras vidas.” Debo confesar que “Honrarás a tu padre”, definió mi vocación de “vago ilustrado”. Es decir, periodista y profe.
¿Cuáles son los símbolos o signos que definen tu vocación? No tengo la respuesta clara, pero siempre hay señales. Hace, largos años, mi profesor colegial de Lengua y Literatura, Enrique Ulloa, me dijo “tal vez algo puedas en el campo de las letras”.
No lo tuve claro, muchos años, cuando en medio de mi perpetua perdición y predestinado al fracaso, me acordé esa profética frase, cuando estudiaba Periodismo.
Por esos felices años, desde la casa paterna, en La Pampilla, iba a pie a la universidad Católica. No habían fichas, y las que tenía, las cuidaba como oro. Llegaba a la esquina de San Juan de Dios con Avda Quiroz (Arequipa) y en una esquina, donde ahora venden cerámicos, había la Librería Latina.
Todos los días ingresaba, aunque no compraba nada. Un día me topé con “Honrarás a tu padre” de Gay Talese, tapa dura de editorial Grijalbo. El precio era de 20 soles antiguos. Una fortuna, si tenemos en cuenta que el pasaje urbano costaba 10 centavos.
A diario, lo miraba y contaba mis reales. Pasaron varias semanas, hasta que por fin, pude comprarlo. Lo leí de un tirón. Desde entonces supe que quería contar historias. Doy la vuelta en mi estudio y sigo acariciando mi viejo ejemplar, y lo releo con el mismo deleite de joven. Ahí comenzó mi historia.
CREO QUE… Un buen periodista ve oportunidades para historias en todas partes
Tuve suerte de advertir las señales, como otros decidieron ser abogados, médicos, ingenieros, o vagos, así de simple.
Un buen periodista ve oportunidades para historias en todas partes. Reitero tuve mucha suerte, de estar en los momentos adecuados. Mi madre sobre todo, nunca cuestionó mi “errada” vocación. Siempre me apoyó.
Tuve amigos que me apoyaron, hoy los sigo conservando. En fin, en las letras encontré mi razón de vivir. La vida ha sido generosa conmigo, pero en esta historia hay mucho de perseverancia y no cesar de levantarse con mucho entusiasmo. Hay muchos que se acuestan y no se levantan. Ser feliz con lo que uno tiene, no con lo que pude tener. Hasta la próxima.