Por: Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… En estos días, aunque suene a cliché, con arena, sol y playa, todo parece y aparece más límpido, Más sosegado, alejado de las exigencias cotidianas. Todo es para ayer. Aunque contadas horas, es bueno alejarse del tráfico infernal, de las lluvias y las marchas callejeras, que ojalá se vayan diluyendo.
Buena parte de mi vida, con la familia bajamos a Camaná a La Punta, y aunque esos mismos años, poco o nada, ha cambiado, infelizmente. Tiene su oculto encanto. En medio de la tierra. Del abrasador sol. Del ir y venir del mar. De su gente. De los amigos. De la familia. Son el combustible necesario para acometer la cotidiana monotonía.
Parte de la fauna camaneña, es la Feria del Libro, que como todos los años se cumple en la Plaza de Armas. En honor a la verdad, no conozco a los organizadores, pero es una tarea titánica, juntar a libreros, difundir cultura.
La lectura, bien sabemos no es una buena costumbre peruana. Es más, diríamos, nos negamos a estar sentados frente a páginas y páginas, y vivir historias ajenas, hasta hacerlas propias. Escapar de la realidad, es la “verdad” de la ficción.
Los libreros, si bien han disminuido en número, pero son los “bibliotecarios mendigos” como era conocido Don Ricardo Palma, quienes aunque no recolectan libros, los ofrecen, a todo precio y para todos los bolsillos. Es el paraíso terrenal, para mis ansiosos ojos de lector voraz.
Me doy una y otra vuelta, hurgando como si fuera la primera vez, cuando joven, iba a la Studium (frente al local de Correos) o a la Latina en los Claustros de la Compañía, o a “bazar suelo” por las inmediaciones de calles Tristán y Álvarez Thomas. Una y mil vueltas. Es mi secreto, y siempre lo he disfrutado, como el amor, como la vida.

CREO QUE… Moverse entre el presente y el pasado
Ni el sol canicular, me detiene. Camino lento, como buscando un tesoro escondido. Me rindo, no encuentro nada de mi agrado. Me retiro, cremolada en mano. Feliz. Prometiéndome volver, aunque sepa que por ahora no hay nada para mi gusto bibliómano.
En fin, lo mejor que me pudo haber pasado, fue descubrir la lectura. Siempre me ha devuelto a la eterna felicidad. Y al final, porque uno tiene que moverse entre el presente y el pasado de su realidad.
En fin, sigamos buscando aunque sepamos que nunca lo vamos a encontrar. La clave está en insistir. Hasta que las fuerzas nos ayuden. Hasta que el camino no sea camino sino el final. Hasta la próxima.