Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE… Ordenando, que solo es un decir, el desorden de mis libros, me topo , con un maltratado (por las lecturas y subrayados) ejemplar de “El Emperador” de Rysard Kapuścińsk.
Un notable periodista y mejor escritor, donde relata a lo largo de más de 200 páginas, la historia de un personaje de excepción: el emperador Haile Selassie de Etiopía, el Rey de Reyes, el León de Judá, el Elegido de Dios, el Muy Altísimo Señor, Su Más Sublime Majestad, descendiente directo de Salomón, que gobernó su país como monarca absoluto durante casi cincuenta años, hasta que en 1974 fue derrocado por un Consejo Revolucionario.
En ajetreados días playeros, me sumergí, en la trepidante lectura de “El Emperador”, y me percato que Haile, nunca supo leer ni escribir, pero igual manipuló a su antojo a sus súbditos, durante casi medio siglo, y lo hizo de la forma más descarada que puede existir, como lo han hecho desde hace miles de años, las personas de nuestro entorno, para no escribir sobre los gobernantes de turno. “Yo sé lo que es mejor para ti.”
La miseria humana, es quizá la peor, no me cabe duda, desde la pareja que te traiciona, para no hablar del falso amig@ , de los arribistas de siempre en el trabajo, o del típico pendejo, que siempre en base al engaño busca sobresalir. Son de lo más variopinto, como queda plasmado en “El Emperador”.
Ryszard Kapuscinski viajó a Etiopía, se sumergió en un país azotado por una confusa guerra civil y, cautelosamente, superando desconfianzas y temores, logró entrevistar a los antiguos dignatarios de la corte imperial, así como a los servidores personales del Emperador, en su día dedicados a los más variopintos e insólitos menesteres.
Los relatos orales que forman este libro son ora sobrecogedores, ora tragicómicos, en ocasiones increíbles y siempre extraordinariamente apasionantes, componiendo el rompecabezas de una Etiopía más próxima a una espeluznante pesadilla que al sueño de las Mil y una noches en el que Selassie creía vivir.
En realidad, como buen dictador, siempre tuvo su propia fantasía, sobre un país idílico, donde los emparentamientos con lo que sucede en nuestro país, son demasiados casuales, teniendo a la fantoche de Dina, quien por esas tristes casualidades, se encontró con el cargo de Presidenta, sucediendo a otro más inepto.
“El Emperador”, señor feudal dueño de vidas y haciendas, de conciencias y sentimientos, se nos presenta como un misterio que cada cual resolverá: ¿un payaso esperpéntico?, ¿un rey paternal, bondadoso y amante de su pueblo, en ocasiones severo pero siempre justo?, ¿un demente voluntariamente ignorante del mundo que le rodea, del hambre y la corrupción, y necesitado de la más ciega lealtad?.

CREO QUE… leerlo, es vivir la realidad de Etiopía
En realidad leerlo, es vivir la realidad de Etiopía, y que resulta una alegoría sobre lo que sucede en toda la dimensión humana.
Se ha dicho que este libro puede leerse simultáneamente como una crónica de la realidad en Etiopía, una parábola sobre la autocracia y, last but not least (último pero no menos importante) como literatura del más alto rango: sutil, elegante, irónica, absorbente.
“¿Por qué no confías en mí?”, nos lo han dicho tantas veces, que de tanto confiar, casi casi nos vamos al vacío, y el mejor ejemplo sucede con esta hermosa crónica, que se lee de un tirón, aunque no pude, ganado por las obligaciones paternales.
Porque se diga lo que se diga, los libros dan repuestas. Aunque no sean soluciones, aunque no sean definitivas. Respuestas instantáneas, luces que relampaguean en la oscuridad. Una hermosa frase, un pasaje de novela, un verso: allí está, de pronto la verdad. Y todo el sin sentido, y todo el desorden, se convierten, repentinamente en belleza.
Esa belleza que tanto buscamos, aunque no siempre encontramos. Al final el miserable cercano o lejano, siempre será miserable, lo esencial es no perder la capacidad de asombro que todos tenemos, nunca debemos perderla.
Lean y leamos “El Emperador”, de repente tú si tú, eres ese miserable que tanto detestan, o detestamos, No olvidemos nunca que los buenos recuerdos, siempre iluminan los lugares más oscuros. Hasta la próxima.
Nota.- Si algún despistad@ le interesa el libro lo puedo compartir en PDF.