Por: Christiaan Lecarnaqué Linares
El Pirata| hablemos de películas… La segunda temporada de El Juego del Calamar no se centra únicamente en los juegos, sino que amplía su historia para explorar lo que hacen los enmascarados y uniformados de rosa mientras los jugadores descansan.
En esta entrega, también se presentan situaciones que llevan al límite la moral de los personajes. Sin embargo, en los capítulos finales destacan escenas que parecen reflejar la polarización que atraviesan algunas sociedades actuales.
La serie plantea un enfoque diferente respecto a la primera temporada. Aunque hay nuevos juegos, la trama no se limita a ellos, sino que profundiza en cuestiones que probablemente quedaron sin respuesta en la temporada anterior.
SOLO CONTRA EL SISTEMA
Seong Gi-hun, ganador del primer juego, regresa con la intención de advertir a los nuevos jugadores y detener esta violenta competencia.
Enfrenta retos similares a los de la primera temporada, pero si pensaba que volver en el tiempo le permitiría corregir viejos errores, está equivocado: el ser humano parece estar atrapado en un círculo eterno de vicios.
La moral de los participantes sigue condicionada por sus deudas, una motivación que supera incluso el instinto de supervivencia. Esta premisa se refuerza con la esperanza que surge en cada ronda superada.
«Sí, se puede», parecen decirse internamente para animar a sus almas codiciosas, aunque esa esperanza no sea más que un espejismo. Como ocurre con las loterías, es solo un sentimiento ilusorio que los impulsa a seguir arriesgándolo todo, incluso la vida.
Entonces llega la decepción para el protagonista cuando repara que se vuelven a vivir las mismas equivocaciones.

POR SUS VOTOS, LOS CONOCERÁS
A diferencia de la primera temporada, ahora los jugadores tienen la posibilidad de votar, quedarse con el dinero acumulado e irse. Sin embargo, cada sufragio revela más sobre los participantes, haciendo visible su ambición y codicia.
El dinero parece más fuerte que su supervivencia y con la excusa de pagar deudas es que no apagan los juegos.
Este elemento narrativo introduce la política en El Juego del Calamar, aludiendo a los conflictos sociales en sociedades polarizadas, donde el diálogo se vuelve imposible. En un punto crítico de la temporada, se forman dos bandos radicales, dispuestos a enfrentarse hasta la muerte.
Mientras tanto, los organizadores disfrutan del espectáculo sangriento, enfrentándose a su vez al protagonista, un iluso que cree poder derribar este sistema violento. Su esperanza, frágil como barro, se quiebra bajo el peso de las balas.
JUEGOS Y REFLEXIONES
Los juegos de esta temporada conservan la tensión de la primera, pero en esta ocasión parecen más accesorios, ya que el creador pone el foco en los conflictos subyacentes. Además, la serie deja la puerta abierta y habrá que esperar hasta 2025 para ver la tercera temporada.
Otro aspecto interesante de esta entrega es la vida cotidiana de los uniformados de rosa. A través de ellos, se muestra cómo funcionan los juegos y qué sucede con los cuerpos de los jugadores eliminados.
Aunque el creador no profundiza demasiado en sus historias, se revela que no son simples máquinas de matar; al igual que los participantes, tienen nombre, apellidos y motivaciones propias.
Esta segunda temporada es tan entretenida como la primera, con escenas igual de violentas y personajes igualmente inmorales. Sin embargo, busca ir más allá, construyendo un trasfondo que invita a reflexionar sobre los tiempos que vivimos.