Por Wilfredo Mendoza Rosado
CREO QUE... Salir de vez en cuando del marasmo en que nos encontramos, siempre es saludable para el cuerpo y el espíritu. Alguna vez leí que “Los viajes no son un gasto, son una inversión en uno mismo”. Cuanta razón, porque los mismos, nos hacen recordar que muchas veces vivimos en una aldea, en comparación con el resto del mundo.
Felizmente, este hermoso oficio de contador de historias, me ha permitido viajar más de lo que alguna vez soñé, casi todo nuestro hermoso país salvo la selva y Ayacucho, como tarea pendiente, así como EEUU, México, Chile, México, Ecuador; donde viví de todo. Algún día, espero no muy lejano, escribir sobre esas aventuras…Una promesa.
Hace algunos días, con la familia como mejor compañía, emprendimos viaje, y visitar a la Virgen de Copacabana (Bolivia) con fe, como siempre me digo, y felizmente, todo salió muy bien. Salvo el soberano soroche que le dio a mi Vale, quien estoicamente, soportó el largo trecho, hasta calmar los males de altura.
El ingreso y control en Yunguyo y Kasani (del lado boliviano), no hubo mayor percance, salvo los 20 soles de coima a un paco (así los llaman despectivamente a nuestros tombos) porque faltaba un extinguidor en el vehículo, donde viajábamos. La corrupción grande o pequeña, parece ser el sello común en esta parte del continente.
Ufff, más de 9 horas de viaje, por fin nos instalamos, en la casa alquilada vía Airbnb, un sistema eficaz, que te permite ahorrar dinero, cuando llegas al destino y échate a buscar un buen hotel… de los miles que deben existir en Copacabana. En cada cuadra hay como 10, de todo como en botica, para todos los bolsillos.
La tierra de la Virgen, tiene mucho en común con nuestras ciudades, desde el mercado donde encuentras de todo, mucho desorden, informalidad y un completo caos vehicular, que nos hace recordar Arequipa o Puno o cualquier ciudad peruana.
El comercio por doquier, donde viven literalmente de los miles de turistas que llegan todos los días del año.
Respecto a la comida, la verdad, no es la especialidad de los bolivianos. Traté de comer un famoso silpancho (arroz, papas, una lonja circular de carne de vaca apanada y frita que cubre la mayor parte del plato y huevo frito) pero el intenso olor a grasa y las mínimas condiciones de higiene en plena calle, me hicieron desistir y eso que soy “todoterreno”, cuando de comer los platos típicos se trata, jejeje.
Del resto, salvo la trucha en sus diversas preparaciones, con el perdón de los bolivianos, su sazón no es la mejor, y conste no soy un chef pero tengo un buen paladar.

Creo que .. Visitar a la Virgen de Copacabana es una buena alternativa
En resumen, visitar a la Virgen de Copacabana, es una buena alternativa. Los precios son asequibles y en general la ciudad tiene sus atractivos, que hacen un buen destino, en cualquier época del año, porque nos recibe muchas veces con rayos y centellas y una lluvia que no cesa, no cesa…
Solo un mal detalle. Cuando fuimos a un grifo, no nos vendieron gasolina, porque “éramos peruanos”. El motivo: los precios son subsidiados hasta en un 50% por parte del gobierno. No faltaba más. Ese fue el único punto negro en este viaje.
Al final del final, todo viaje cerca o lejos, tiene su encanto. ¿Cuándo te animas a hacerlo y disfrutar de la vida? Porque como decía Pablo Neruda.
“Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo”. Y la verdad, todavía espero por mucho tiempo, todavía encuentro algo de gracia en mi mismo. Hasta la próxima.