Por Wilfredo Mendoza Rosado
Creo que …Leo con estupor, por decir lo menos, sobre el horrendo crimen de la joven Sheyla Cóndor en Comas(Lima) , a manos de un policía asesino que se quitó la vida, que saca a flote, la peor forma de violencia, con la que convivimos y muchas veces alentamos.
No voy a explayarme sobre los detalles, solo advertir que cada vez somos más violentos, y no solo me refiero a la violencia física, sino a la psicológica, que en muchos casos, deja heridas más profundas , de las cuales casi nunca uno o una (según sea el caso) se logra recuperar. Porque cuando el miedo habla…no cesa.
Conozco de cerca, algunos casos sobre esta forma de violencia cotidiana. Desde el amado esposo que publica todo en el Facebook sobre su vida idílica, cuando en su casa, es poco menos que un monstruo, al que todos le temen: sus hijos y su pareja. Cuando el miedo habla.
O tal vez, de aquel lejano padre que de un día para otro abandona su hogar, y deja en el desamparo emocional (no hablo de lo material) a su familia.
Creo que esta forma de violencia, es mucho peor, porque los golpes sanan, pero las heridas emocionales, casi nunca se cierran. En realidad, siempre estarán a flor de piel. Es la verdad, guste o disguste.
Creo que… ¿Alguna respuesta frente a este aluvión de violencia?
El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma (Aldous Huxley)
Con sinceridad, no hallo respuesta. Creo, a ultranza en el diálogo. Igual en el poder del SÍ y del NO. El amor en todas sus manifestaciones, imagino que es el mejor antídoto contra esta violencia, que nadie al parecer quiere detenerla. Cruel y absurda verdad.
También es fundamental decir lo que uno siente, porque siempre hay unos silencios por las cosas que no se han dicho. Muchas veces esa es la génesis de la violencia, y sobre todo inculcar en los niños que cualquier forma de violencia es dañina, pero nunca olvidemos que la caridad siempre comienza por casa.
Lo cierto es que uno debe ir acumulando sabiduría para no llegar a esos momentos de desesperación y desconsuelo, como la historia con la que comenzamos este texto.

Como bien señala Susan Sontag. “El amor es una elección consciente que hacemos todos los días, es una acción que requiere esfuerzo y dedicación”.
Esa doble acción, requiere mucho de nosotros mismos, a veces un esfuerzo sobrehumano, y aunque los resultados no son halagüeños, siempre vale la pena intentarlo. ¿No crees?
Además, la violencia como el pasado es solo una historia que nos contamos a nosotros mismos. Sin embargo, no tenemos que repetirla, porque es solo una cruel forma de negar nuestra propia condición de seres humanos, es decir, poco menos que bestias.
En el centro de la no violencia se alza el principio del amor. Lástima que no siempre se entiende.
Al final de cuentas, madurar es contar la historia completa sin omitir la parte donde tú te equivocaste. Siempre sostengo, a despecho de diversas objeciones, que en una mala historia, siempre hay dos culpables, uno por ceder o no ver lo que se viene, y otro por generar la violencia.
Porque en una historia siempre hay tres versiones: tú propia versión, la de los demás, y la verdad que siempre se encuentra en el medio de las otras dos.
Cuanto de razón, tuvo la escritora Virginia Woolf: “La vida no es una serie de farolas ordenadas simétricamente, sino un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos rodea desde el inicio de nuestra conciencia hasta su final”
En resumen, siempre ten cuidado, porque cuando el miedo habla…Hasta la próxima.